
Los expertos alertan que los niveles de consumo de bebidas alcohólicas entre hombres y mujeres se están equiparando en todo el mundo, sobre todo entre las jóvenes, poco conscientes del peligro que entraña el abuso de alcohol, sobre todo durante el embarazo. Los datos están ahí: en Estados Unidos, una de cada diez embarazadas afirmó haber bebido en los últimos treinta días, según un reciente estudio llevado a cabo por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, (CDC por sus siglas en inglés); en Argentina, segundo país de América Latina donde más se bebe después de Chile.
ALTERACIONES
Está claro que abusar del alcohol, como del tabaco, las drogas o los medicamentos, durante el embarazo es peligroso. Pero, ¿y si sólo me tomo una copa de vez en cuándo? ¿Ocurre algo o existe una cantidad razonable, un umbral seguro de ingesta? Lo cierto es que resulta imposible de determinar científicamente qué cantidad exacta puede desencadenar alguna anomalía en bebé que se está gestando, ya que cada mujer metaboliza el alcohol de forma distinta. A eso se deben sumar otras razones: la edad de la madre, su pauta de consumo –ocasional, moderado, habitual–, si se toma con las comidas, etcétera. Lo que sí han probado los estudios en animales y en grupos de células es que incluso una exposición baja o moderada al alcohol puede alterar de forma permanente diversos neurotransmisores –moléculas que transmiten información de una neurona a otra– en el feto, provocándole alteraciones que no tienen por qué ser evidentes o manifestarse nada más nacer, sino que pueden aparecer con el paso de los años.