sábado 23 de noviembre, 2024
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“Garumbá”: un pintoresco personaje radicado en Itapebí en 1904 y destacado por sus extravagancias

Sobre un personaje asentado en Salto, en época de revolución, el semanario de actualidades, literario y festivo de Montevideo, llamado «La Alborada», en enero de 1904 presentaba el siguiente relato.
«Los tipos populares y locos lindos abundan en todas partes. En todos los pueblos y las sociedades siempre hay una o unas cuantas de estas pobres humanidades que se pasan la vida dando tumbos y siendo el hazmerreír de cuanta persona tropieza con ellas. Abortos de la suerte, arrojados a la miseria de la calle porque sí, por causas la mayor parte de las veces ignoradas, ahí andan esos infelices divirtiendo el ambiente del pueblo con sus chifladuras y degeneraciones, generosamente impulsados por un eterna incoherencia loca de los vicios y los desequilibrios orgánicos que viven -si vivir es eso- al capricho desordenado de sus impulsos y sus instintos ¡Compasión para ellos!”
SUS CARACTERÍSTICAS
“Hoy, una vez más, apuntaremos una noticia de uno de esos tantos, llegada hasta nosotros de la ciudad del Salto. Se llama Fructuoso Gómez (a) Guarumbá y se ha conquistado allí una completa popularidad por sus extravagancias. Su manía principal es querer casarse con niñas de la primera sociedad. Jamás se fija en hijas de pobres ni de representación mediana. Su físico, que se puede contemplar bien en nuestro grabado, es de una típica rareza, delineado con todos los caracteres del indio charrúa, lo que trae a la suposición, con bastante fundamento, de que puede ser un descendiente puro de esa nuestra raza muerta. Es nacido en San Eugenio (departamento de Artigas) y actualmente se encuentra en Itapebí (departamento del Salto), contando 50 años próximamente. Su altura se puede calcular por la escopeta que en el retrato aparece. Es nacionalista ferviente y garante estar firmado en el Club Electoral Nacional. Después de sus amores, éste es su tema predilecto; tiene ínfulas de guitarrero, pero ello no pasa de chifladura, pues sus dedos sumamente cortos, le imposibilitan para pulsar las cuerdas”.


Por Cary de los Santos Guibert.