Por Andrés Torterola
La llegada de un ladrillo de bajo costo proveniente de Brasil, conocido como «tijolo común», está afectando gravemente el negocio de los ladrilleros en Salto. Este ladrillo tiene un precio unitario aproximado de $5,50 al público, mientras que en algunas barracas de Salto el ladrillo común local se vende a $10 por unidad. La significativa diferencia de precios está generando una fuerte competencia para los productores locales, quienes ya venían enfrentando dificultades debido a la intervención de intermediarios. Estos intermediarios compran el ladrillo directamente en los hornos de producción, pagando $5 por unidad, lo que reduce aún más las ganancias de los ladrilleros locales.
PANORAMA COMPLEJO
Ante este panorama, muchos trabajadores del sector en Salto se encuentran en una situación de incertidumbre, cuestionando si vale la pena continuar con la actividad. La producción de ladrillos, habitualmente una fuente de empleo y sustento para 500 personas que viven de la construcción de ladrillos, está perdiendo viabilidad económica. La falta de rentabilidad, sumada a la presión de la competencia extranjera y la intervención de intermediarios que comprimen aún más los márgenes de ganancia, ha llevado a los ladrilleros a replantear su situación laboral.
ABANDONAR O BUSCAR ALTERNATIVAS
Esta problemática pone en evidencia la necesidad de buscar soluciones para proteger la industria local, ya sea mediante políticas de apoyo a los productores o regulaciones que nivelen las condiciones del mercado. Sin medidas concretas, el sector ladrillero en Salto corre el riesgo de ver reducida su actividad de manera significativa, afectado a los trabajadores. Los ladrilleros locales, han mantenido esta actividad de generación en generación, y en la actualidad se enfrentan a la competencia de los precios, y a la falta de condiciones adecuadas para sostener sus emprendimientos. Los costos de producción, sumados a la falta de acceso a créditos o incentivos que permitan modernizar sus infraestructuras y mejorar la productividad, agravan aún más la situación. Por lo tanto, algunos se ven obligados a abandonar la actividad, mientras que otros buscan alternativas laborales.
APOYAR AL SECTOR
En diálogo con CAMBIO, Miguel Ángel Paganini, trabajador del sector ladrillero, expresó su preocupación por la situación actual, señalando que incluso las cooperativas de viviendas están optando por utilizar el «tijolo común» en lugar de los productos locales. Esta tendencia ha provocado una caída significativa en las ventas de los ladrilleros locales, afectando directamente su actividad económica. Paganini destacó que, ante el encarecimiento del costo de vida, no es posible rebajar el precio del producto por eso sería fundamental que las cooperativas apoyen a los trabajadores de la zona adquiriendo su producción. «Las cooperativas deberían fomentar el uso de materiales locales, lo que beneficiaría tanto a los trabajadores como a la comunidad», añadió.
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