Los perros de Armando
Por Armando Guglielmone
Instructor canino – educador etólogo
Venta de ovejeros alemanes de pedigrí
Contacto y/o sugerencias: 098 539 682
Este miércoles pasado estando con el perro de un cliente en Arenitas Blancas se acercaron a ladrar perros del barrio que salen de algunas casas en las cuales no hay cerramientos, algo lamentablemente usual pero que en Salto pasa en todos lados lamentablemente. En eso presto atención en una perra ovejero alemán que tenía una herida enorme en su brazo, un corte longitudinal que iba de la mano hacia arriba y se sacudía dolorosamente mientras esta se movía en tres patas. Se notaba reciente por el color de la piel, usando comida logré que se acercara y tomé fotos y videos como testimonio para poder mostrar la gravedad de la herida a quién fuera que pudiese ayudar. Pasé luego por donde estaba la oficina que tenía el cartel que dice: “Al servicio de la gente y los animales” y no estaba más ahí, pregunté a amigos rescatistas y me dijeron que si tenía dueño era complicado sacarle el perro, entonces decidí esperar un poco y luego ir nuevamente a ver como seguía la perra, tal vez no había gente en la casa y aún no la habían visto. El viernes temprano volví a ir y lamentablemente, sale nuevamente la perra de la casa con el brazo abierto en dos, habían pasado 48 horas y todo estaba igual, peor realmente. Decidido a hacer algo busqué en internet donde estaba el INBA en Salto y lo único que había era la dirección en Montevideo, para hacer una denuncia debía hacerla por correo electrónico, como si fuera un trámite sin urgencia y con la garantía de nadie de que la iban a ver y tomar cartas en el asunto. Consulté a profesionales veterinarios y, otra vez, para sorpresa de nadie, me dijeron lo que ya suponía, que no hacen nada, que probara con una ONG que tal vez tenía mayores probabilidades. Tomando en cuenta que no tengo redes sociales y no podía comunicarme con estas y, al igual que la pobre perra, no disponía de más tiempo pues tengo familia y trabajo de que ocuparme, completamente desanimado e impotente decidí desistir. Hoy temprano volví a entrar en la página del INBA pues pensé, tal vez no busqué bien y hay algún teléfono de urgencias, no hay, pero si está la caja de opiniones de las personas. Dicen que, “mal de muchos, consuelo de tontos”, pero ver que todas las opiniones, más de 70, coincidían en que era totalmente inútil hacer denuncias a ese organismo pues caían en saco roto, me alivió el peso de la culpa que sentía por no haber podido hacer más. Ya una vez escribí sobre la falta de control que tiene este organismo sobre las cosas malas que ocurren con los animales, pero nunca pensé que la desidia era tal. Cuando pasa algo como un ataque grave de perros a personas enseguida aparecen para hacerse visible a la prensa, como cuando los pitbulls atacaron a una señora, solamente para nada. No sé qué fin tienen las camionetas que veo andar en la ciudad ni quienes las conducen, lo que sí sé es que nunca las veo donde deberían estar, girando por todos lados cual hace la policía para evitar cosas malas e intervenir cuando ocurren. Sería bueno que anduviesen ensuciándose un poco cargando animales malheridos o llamándole la atención a las personas que dejan sus perros vagar libremente, haciéndoles ver la gravedad de eso y las consecuencias que puede traer. Pero, si ver caballos deambulando por la costanera o atados al rayo del sol en pleno verano salteño y perros maltratados es moneda frecuente y no hay a quién recurrir con urgencia, ¿por qué no lo cierran?, así al menos nos ahorrarían los impuestos que nos cobran para hacer nada. Lo único que me queda por hacer, lamentablemente, es tratar de no volver a ver la perra herida, pues, parte el corazón.