jueves 21 de noviembre, 2024
  • 8 am

¿En blanco o cómplice?

Por Carlos Arredondo
Desde 1996, tras una reforma constitucional, para dirimir a quien queremos como presidente, los uruguayos recurrimos al balotaje, o segunda vuelta electoral. Con el parlamento ya definido el último domingo del octubre anterior solo tenemos que resolver cuál de las fórmulas con mayor adhesión popular, queremos que conduzca los destinos del país durante los próximos 5 años.
Uno de los dos: Yamandú Orsi o Álvaro Delgado -quienes, dicho sea de paso, protagonizaron el peor “debate” que hemos tenido oportunidad de ver, ratificando lo que desde esta columna ya hemos señalado: que representan a la peor generación dirigencial de la historia de este país-, tras la jornada electoral del próximo domingo, conducirá los destinos del país, y de acuerdo a su promesa; hará son solo cosas buenas y aumentará, si o si, la calidad de vida de los uruguayos.
Lo cierto es que con versos similares a los que se escuchan en todas las campañas electorales -eso sí: aggiornados a los tiempos modernos- estos dos ciudadanos uruguayos, que pretenden representar nuestros intereses, NO dicen ni una sola palabra de cuanto estará marcada su gestión por los mandamientos emanados de la Agenda 2030, puesto que quien gane el próximo domingo, será quien ejecute el plan que tienen diseñado las poderosas élites globalistas para nosotros.
Sobre lo que implica, y significa, esta Agenda ya hemos hablado en pasadas entregas -y seguramente lo haremos en las futuras-, pero me resulta absolutamente llamativo que ninguno de los dos haga mención alguna sobre el punto. No solo pareciera que están de acuerdo en ocultar el asunto, sino que entendieran que, del plan, mejor ni acordarse.
Es que con la Agenda 2030 viene la moneda digital de Banco Central (CBDC, por su sigla en inglés) que ya tiene media sanción en diputados, y que su aprobación generó una anécdota tristísima, pero que muestra la decadencia de nuestros representantes: Resulta que luego de su aprobación en cámara baja, el diputado nacionalista Alfonso Lereté que votó a favor de esta imposición, reconoció que pensaba que lo que estaba votando era la habilitación del Bitcoin. Una pifia sí, pero que muestra que cuando se trata de las ordenes del globalismo, no se molestan ni en leer lo que votan; Simplemente lo votan y punto.
Si, gane quien gane -cualquiera de los dos-, será quien ajuste la vida de los uruguayos a los intereses de quienes se sienten los dueños del mundo.
De lo que representa en términos de pérdida de derechos y libertades, control social y coacción, la implementación de la moneda digital de Banco Central, prometo ocuparme en próximas entregas. Ahora quiero mostrarte lo que para mí es solo un botón, que debería servirnos de muestra: Me refiero al Chat Control, que ya casi está pronto para ejecutarse en Europa -y bien sabemos que cuando algo se lleva a cabo en Europa, mas temprano que tarde llega para quedarse en nuestras latitudes-.
El Chat control es una decisión política, que ya ha pasado todas las fases en el Parlamento europeo y solo falta su debate…Y aprobación, claro.
Se trata de una idea que, con la excusa que “es por la seguridad de los europeos” (¿cuándo no estos muchachos pensando en lo que es mejor para la población, ¿verdad?) los gobiernos tendrán derecho a acceder a los chats privados de las personas; Sí, de todos los europeos. Como lo lees; Chau privacidad, chau derechos, chau libertad…Y todo para “cuidarnos”; Por nuestra seguridad.
Frente a esta aberración, como es habitual, el silencio de los medios es ensordecedor, pero como siempre ocurre, no demora en aterrizar en nuestro parlamento, previa difusión en la poderosa televisión argentina; mire si no.
Quería que lo supieras: Votes lo que votes el próximo domingo, la Agenda 2030 te caerá encima, porque vas a elegir entre gerentes que solo cumplen órdenes de sus patrones.
Por lo pronto yo votaré en blanco; No quiero ser cómplice de lo que se traen bajo el poncho… ¡De la entrega!