
En enero de 2018 nació el movimiento «Un Solo Uruguay», donde se planteó la falta de competitividad y la presión tributaria, entre algunas de las «mochilas» que cargaba el sector en ese momento. Al igual que las distintas gremiales agropecuarias, ese movimiento levanto su voz contra los impuestos a la tierra, los llamados «impuestos ciegos», aquellos que no se ajustan de acuerdo a la productividad y/o rentabilidad del predio, ya que en periodos de sequías, como los que se registraron entre 2021-2023, estos impuestos se debieron pagar, aún con menores producciones. En 2024, si bien ha caído la presión fiscal, la recaudación ha crecido tanto en los impuestos a la renta como también a la tierra, este último era parte de los reclamos en aquel entonces.
De acuerdo con el anuario de la Oficina de Programación y Políticas Agropecuarias (OPYPA) de 2017, la presión fiscal sobre el sector se posicionaba en el 8,8%, con una recaudación de 287,7 millones de dólares corrientes. En ese año, OPYPA marcó un aumento de 26 millones de dólares respecto al 2016, debido a la mayor recaudación de impuestos que gravan la tierra y por una mayor recaudación de IMEBA, debido a los valores obtenidos tanto por carne como por leche.
Para 2024, OPYPA estimó en su anuario que la presión fiscal se reducirá al 6,5%, aunque se espera un incremento de la recaudación, llegando a 327,1 millones de dólares, luego de la devolución de impuestos y con los aportes patronales a la seguridad social (BPS) incluidos. Esto marca un incremento del 11,3% en la recaudación según las cifras del informe.
El mayor peso de la recaudación corresponde a los impuestos sobre la tierra, que representan casi el 58% del total, siendo la contribución inmobiliaria el concepto más relevante (30% de la recaudación total). Este tipo de impuesto tiene la particularidad de que no se ajusta con el nivel de actividad, por lo que puede afectar la presión fiscal, sin que existan cambios normativos que alteren las tasas impositivas.
Este grupo de impuestos a la tierra, tienen un incremento del 13,6% anual. Manteniéndose estable el impuesto a primaria, pero creciendo la recaudación de los restantes frente a 2023. La contribución inmobiliaria creció un 7,1% en su recaudación, mientras que el impuesto al patrimonio sube un 56%, luego de un 2023 con una recaudación muy menguada.
En segundo lugar, se ubican los impuestos a la renta, con una participación de un 32%, siendo en este caso el IMEBA el concepto más relevante, aunque su participación no difiere demasiado de la del IRAE (17% y 15% del total de impuestos al agro, respectivamente). En este caso, el incremento de la recaudación en dólares es un 7% superior a 2023, consistente con la recuperación de la actividad agropecuaria posteriormente a la sequía.
Frente a 2017
Si se observan los números de OPYPA, frente a lo que ocurría en 2017, la recaudación creció un 13,7%. En lo que respecta a los impuestos a la tierra, si bien se registra subas en todos los ítems, el mayor incremento se registra en la contribución inmobiliaria (28,9%). Este grupo de impuestos, que no se ajustan a la actividad del sector, creció un 21% en su conjunto.
Los impuestos a la renta, estos sí, crecen debido a una mayor producción y comercialización de los productos del agro, creciendo un 17,3%. En este sentido también es válido mencionar que la devolución de impuestos también crece, debido justamente a ese mayor nivel de comercialización.
Los impuestos indirectos suben un 4,3% y las detracciones caen un 42%.