viernes 19 de abril, 2024
  • 8 am

Vanos y soberbios

Gustavo Varela
Por

Gustavo Varela

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Por el Esc. Gustavo Varela
Vanidad. La Real Academia Española la define como la cualidad del vano; es decir, de quien por adolecer de falta de sustancia es percibido como hueco, vacío y falto de solidez.
Soberbia. La Real Academia Española la define como la altivez y exceso de magnificencia; un envanecimiento orientado hacia la auto contemplación de las propias cualidades, en menosprecio de los demás.
En el mundo individualista en que vivimos hoy, la vanidad y la soberbia se manifiestan a diario cuando sobrevaloramos nuestras habilidades y atributos, y en la negación del valor y aporte que otros pueden hacer para la consecución de objetivos comunes.
Cuando observamos la realidad política de nuestro Departamento (y también de nuestro país) y el accionar político de quienes se dedican a esta actividad, notamos, con más frecuencia de lo que hubiésemos querido, acciones y discursos caracterizadas por el vacío de propuestas, la falta de contenido y objetivos, falta de solidez argumentativa, una tendencia creciente al “Mesianismo” personal y el menosprecio evidente, no solo de los adversarios políticos, sino que, más grave aún, de quienes debieran ser los destinatarios últimos del servicio público, o sea la gente.
Los políticos, los partidos políticos y los gobiernos, en su mayoría, pecan a diario de una falta de humildad y generosidad para reconocer que alcanzar objetivos de largo plazo, requiere necesariamente de la participación de todos, y así vemos como el Departamento de Salto, lenta, pero sostenidamente, retrocede, tras las últimas Administraciones de esos “Mesìas” que estuvieron al frente de las mismas .
Es impensable pretender convocar a grandes acuerdos departamentales en temas de relevancia como producción, seguridad, infraestructura departamental, generación de trabajo, si el punto de partida es la negación del aporte que otros han hecho o pueden hacer en estos temas. El ir sumando voluntades y el reconocimiento sincero de las capacidades del otro, son acciones necesarias, si queremos avanzar con solidez y sentido de largo plazo en la construcción de una sociedad más moderna y solidaria.
Lo anterior no quiere decir que todos debamos uniformizar la forma de pensar o aspirar a los mismos objetivos. La colaboración, necesaria para alcanzar el bien común, requiere que, reconociéndonos diferentes, contribuyamos con sencillez y humildad a la tarea de todos. Es absolutamente legítimo pensar distinto e imaginar o aspirar a sociedades diferentes; sin embargo, la misma no debiera ser excusa para actuar con soberbia, desconociendo la contribución necesaria de quienes militan en partidos políticos diferentes. Eso es lo que nos motivó desde el Partido Nacional a buscar los acuerdos necesarios con otras fuerzas políticas, llámese Partido Independiente y Cabildo Abierto, para formar la Coalición Multicolor
El individualismo, que se plantea desde otras filas, gobernado por la vanidad y la soberbia, sólo nos conduce a una visión interesada de los problemas que enfrenta en éste caso el Departamento de Salto; visión que necesariamente dará lugar a propuestas sesgadas, que concitarán sólo apoyos parciales y por tanto ineficaces para la implementación de los trascendentales cambios que nuestro departamento requiere.
Si la vocación que perseguimos los dirigentes políticos es el de servir al destinatario último que es inequívocamente “el pueblo”, la misma debe llevarse a cabo sin vanidad ni soberbia, con mucha humildad, sencillez y solidaridad.
El servicio público, y por ende la Política, esa con mayúscula, son justamente eso. Una vocación para servir a la comunidad toda, gobernada por la ética y más allá de las ambiciones políticas personales o grupales.
Hay quienes nunca van a entender esos conceptos, ya que al poder lo buscan no para servir a la comunidad sino para alcanzar posiciones que satisfagan sus apetitos personales. Por eso, “usan” recursos económicos o humanos, no por lo que realmente valen, sino por lo que intentan hacer significar, para que les sirvan como puentes para acceder al poder. Una vez que conquistan las posiciones, dinamitan esos “puentes” pues les resultan molestos, y vuelven a cometer las mismas tropelìas.-
Ojalá que la ciudadanía, abra los ojos.