jueves 28 de marzo, 2024
  • 8 am

Entre la duda y la soberbia

César Suárez
Por

César Suárez

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Por el Dr. César Suárez
Desde que se conoce la enormidad infinita de la extensión del universo hemos comprendido que vagamos por la inmensidad del espacio en una burbuja situada sobre una partícula insignificante que gira en forma milagrosa alrededor de una diminuta estrella denomina sol a distancias siderales de cualquier otra partícula que prometa albergar vida, casi imposible de llegar.
En esta superficie que habitamos los seres inteligentes predomina la incertidumbre y los hombres han dirigido siempre su vista al cielo en forma incesante desde los tiempos más remotos en busca de aclarar el enigma existencial que traiga un poco de luz sobre el misterio de la vida y del universo.
En toda esa larga historia, numerosos personajes han dejado una marca indeleble por sus descubrimientos que han ido construyendo una extensa escalera de conocimientos en los que se han ido apoyando cada nueva generación hasta construir el capital actual de conocimiento científico, sin embargo, no es raro constatar que cada uno de estos emblemáticos personajes no dispusieron de reconocimiento contemporáneo, tropezando con las trabas impuestas por los ignorantes de cada época y recién pudieron ser reconocidos, una o varias generaciones después.
Uno de los astrónomos primeros que la historia reconoce fue Tales de Mileto que nació hace dos mil seiscientos años el territorio que hoy ocupa Turquía siendo uno de los primeros en intentar descifrar los misterios del universo con la observación del tránsito de estrellas.
Cuenta la historia que en una oportunidad, mientras observaba las estrellas se cayó dentro de un pozo y una empleada le recriminó, usted vive mirando las estrella no es capaz de ver lo que tiene debajo de sus pies, sin embargo un par de milenios después se reconoce su aporte logrado a través de la observación y del método deductivo.
Galileo Galilei, que nació hace casi quinientos años en Pisa, Italia, basado en conocimientos heredados de varios astrónomos(Copérnico, Bacon, Kepler) utilizando su telescopio refractor y observando el comportamiento de los planetas, concluyó que al contrario de lo que manifestaba la biblia acerca de la tierra estática como el centro del universo, estableció que la tierra giraba alrededor del sol lo que le valió la respuesta de inquisición que consideraba hereje sus afirmaciones y tuvo que renunciar a su descubrimiento para salvaguardarse de morir en hoguera pero como la verdad siempre triunfa sobre el dogma, la ciencia reconoció después sus descubrimientos y hoy se reconoce como un pionero en astronomía y un referente histórico en el conocimiento acerca de la dinámica del universo.
Estos referentes históricos son claro ejemplo de los que se adelantaron en el tiempo y fueron sembrando las bases racionales del conocimiento humano pero en toda época hubo brutos y soberbios que haciendo uso irracional de la fuerza ruda se encargaron de acallar el camino a cualquier verdad que fuera.
A pesar del tiempo trascurrido, la brutalidad sigue pisando con groseras botas el más sutil pensamiento y en la medida que el conocimiento avanza y construye maravillas, también avanza la construcción de herramientas peligrosas que van poniendo más en riesgo la vida sobre la faz de la tierra y mientras que la ciencia advierte de todas maneras posibles los riegos de calentamiento global, el presidente más poderoso de la tierra afirma, mientras se derriten los hielos continentales, que esas advertencias son falsas y avanza junto a intereses poderosas en la agresión apocalíptica del medio ambiente y otro presidente más cercano pone en riesgo a las amazonas, pulmón imprescindible para el equilibrio de la naturaleza queriéndola poner en manos de avaros industriales para saciar sus apetitos terrenales sin darse cuenta que la vida se termina para cada uno y se terminará para todos si no cuidamos esta tierna madriguera que ha hecho posible el milagro de la vida.
Los hombre sabios que construyen la ciencia conocen los límites y su mayor virtud es la duda, mientras la soberbia es el vicio que conduce a los ignorantes hacia el abismo de la humanidad.