Dr. Fulvio Gutiérrez
La cuarentena, en medicina, es un término para describir el aislamiento de personas como consecuencia de una enfermedad infecto-contagiosa, durante un período de tiempo no específico para evitar o limitar el riesgo de que se extienda a otras personas. Esto supone separar y restringir el movimiento de las personas que estuvieron expuestas a una enfermedad contagiosa, de las personas que no están expuestas. Cuando esa enfermedad ha sido declarada “pandemia”, es porque se ha desarrollado en varios países y está fuera de control. Eso es lo que está ocurriendo con el Coronavirus Covid-19. Entonces, la medida más efectiva es evitar el contacto entre las personas, o sea la obligación de que todas las personas permanezcan en sus domicilios y no salgan de él. Sin embargo esto es muy difícil de concretar en la práctica, y aquí es donde aparecen las dificultades porque restringir la libertad ambulatoria de las personas no es fácil, más allá de que para eso, nuestro gobierno necesariamente debe ajustarse a las normas jurídicas que nos rigen. Porque debemos ser conscientes de algo: que una cosa es la teoría y otra la práctica; y que lo peor que puede hacer un gobierno, es crear un conjunto de normas jurídicas, a sabiendas que luego no las podrá hacer cumplir.
El Ministro del Interior, Dr. Jorge Larrañaga, señaló con razón que la cuarentena total o absoluta es una ficción. Y efectivamente es así. Los países que dicen haber establecido una cuarentena total, han creado tantas excepciones que en verdad, tal cuarentena no existe. Aquí enfrente, en Argentina, el decreto que dictó la presidencia en primera instancia tenía 23 excepciones. A los dos días, y ante una realidad que golpeaba el rostro, Fernández agregó más excepciones, y ahora son 35. Es decir, fue una mentira que se estableciera en Argentina una cuarentena total, porque la cuarentana total a nivel de un Estado es una falacia o una mentira.
Para que se entienda bastan algunos ejemplos domésticos. Imaginemos una familia tipo, padre, madre y dos hijos que pretenda cumplir una cuarentena total, y por tanto cierra a cal y canto su casa, y allí –dicen- no sale nadie ni entra nadie. Entonces hagamos esta pregunta bien simple: ¿Quién va al “súper” a comprar alimentos? ¿Quién va al cajero a pagar la luz, el agua y el teléfono? ¿Qué hacen si alguno de los integrantes de la familia se enferma? ¿Quién sale a trabajar para lograr el sustento económico con el cual pagar los gastos normales de la familia? Obviamente que alguno de los integrantes de esa familia lo tiene que hacer. Entonces la cuarentena deja de ser total.
Cambiemos esa situación: en lugar de la familia, pongamos al Estado. Preguntemos entonces: ¿Quiénes atienden a los enfermos? Los funcionarios de la salud, que son algunos de los integrantes de alguna familia que tienen ese trabajo. ¿Quiénes controlan el tránsito? Los funcionarios de las Intendencias, o de algún Ministerio, que también son alguno de los funcionarios de alguna familia que tienen ese trabajo. ¿Quiénes aseguran la seguridad individual y la defensa nacional? Los funcionarios de la Policía o de las Fuerzas Armadas que también son integrantes de alguna familia que tienen ese trabajo. ¿Quiénes recogen los residuos de los habitantes del país que producen todos los días en su vida normal? Los funcionarios de las Intendencias que no son otros que integrantes de alguna familia que tienen ese trabajo en cada Departamento. ¿Quién surte de combustible a los miles de vehículos que circulan en una ciudad, y que en caso de cuarentena, aunque más no sea los vehículos oficiales, también van a circular? Los funcionarios que también pertenecen a alguna familia, que necesariamente tienen que cumplir con esas tareas. ¿Quién se encarga de enterrar a las personas que fallecen en cuarentena? Algún funcionario público o privado, que también forma parte de alguna familia que tiene esa triste tarea. ¿Quién le proporciona a los hospitales y sanatorios los insumos médicos, alimenticios y de logística en general todos los días? Algún integrante de esas familias que también tienen esa tarea. ¿Quiénes ordeñan las vacas que diariamente nos dan la leche (las vacas no entienden de cuarentanas), que es el alimento indispensable en la vida de la mayoría de la gente? Algún integrante de esas familias que también cumplen esa tarea. ¿Quién recoge las cosechas de arroz (está comenzando en estos momentos), de la vendimia y del olivo (está terminando en estos momentos), y quien atiende las tareas del campo? Algún integrante de esas familias que cumplen esa tarea, y además viven de ella. Y así podemos seguir casi indefinidamente por horas, porque la casuística es interminable.
Entonces no me vengan con la falacia o la mentira de que es posible una cuarentena total. No es posible. El sentido común lo indica. Negar eso es negar la realidad, y negar la realidad, solo un imbécil o un politiquero barato lo puede sostener. ¡Terminen con tanta estupidez! Dejen trabajar al gobierno que va bien. Y quédense en sus casas, que ese es el remedio más efectivo contra esta plaga maldita que nos azota.
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