Cuando nació Salto Fútbol Club fueron muy pocos los clubes de primera división de la Liga Salteña que se le plegaron. La mayoría eran de la ‘B’ y la ‘C’, instituciones que sumándose tenían mucho para ganar y nada para perder.
Es claro el sentimiento de temor por ceder protagonismo que tienen los principales clubes salteños, que se negaban a prestarle jugadores al club profesional, pese a que cabía la posibilidad de que les reportara grandes beneficios económicos en caso de concretarse un pase, con frases como «no podemos poner en riesgo el patrimonio», que servían como fáciles y malas excusas.
El sentimiento es claro y hasta lógico. Lo que no parecía razonable era su recelo por el ambicioso desafío que estaban tomando dirigentes, técnicos y jugadores que antes habían formado parte de su mesa. Esa «infidelidad» que cometía este nuevo grupo se vio reflejada en el rechazo a acompañar, en el dar vuelta la cara, en el poner «palos en la rueda». También neutrales y hasta cierta parte de la prensa negó la importancia que podía tener el proyecto profesional.
Sería ideal que todos se unan y Salto tenga un equipo que seguramente va a estar a la altura de los más importantes.
Pero algunos ni comen ni dejan comer y esos clubes no son imprescindibles para iniciar el camino. Quedó la prueba con aquel equipo que se inició en el año 2003, que con el paso de los partidos comenzó a crecer, a tomar confianza, a ganar y a repletar el estadio. Y eso que militaba recién en Segunda División.
Lo mismo sucedió en el básquetbol profesional de Salto Uruguay; a medida que los resultados acompañaron se generó identidad del público con el equipo y a la larga absolutamente todos se subieron al carro.
La participación de un equipo salteño en el fútbol profesional, si bien es cierto que necesita un estadio nuevo, es perfectamente viable, y no sólo eso, sino que también tiene una potencialidad inimaginable. Debería financiarse solo, aunque el inicio requiera mucho esfuerzo y creatividad.
Muchos departamentos del interior han estado en la primera categoría del fútbol uruguayo. Rocha, Juventud de Las Piedras, Plaza Colonia y Cerro Largo han jugado Copa Sudamericana y Copa Libertadores. ¿Cómo Salto no va a poder? ¿Tanto amor hay por la chacrita?
La mala experiencia de Salto Fútbol Club en su segundo año no habla más que de un mal manejo y no debe nublar la vista. Hay una materia prima enorme, se juega al fútbol hasta de madrugada en canchas de fútbol 5, hay muy buenos entrenadores y una ciudad de 120 mil habitantes, lo que redunda en un comercio superior al de otros departamentos. Salto tiene todo y desaprovecha su potencial.
Hay mucha gente que quiere tener más expectativas de mejorar, de subir de categoría, de mirar hacia arriba y no de continuar en un ámbito que tiene techo.
En Salto un niño no sueña con jugar en la primera de Salto Uruguay o Ferro Carril, sueña con el fútbol profesional, con lo que aquí no se le puede ofrecer porque nos alcanza con ganarnos entre nosotros.
Freddy Aguirrezábal