jueves 28 de marzo, 2024
  • 8 am

Cercanía afectiva ¿Necesidad o deseo?

Gisela Caram
Por

Gisela Caram

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Ps. Gisela Caram*
Quienes pensaban que la única forma de demostrar el afecto, sentirlo, o estar cerca del otro, era cara a cara, agarrados, tuvieron que rever sus pensamientos y modificar sus conductas.
Hoy hemos tenido que adaptarnos a pensar, sentir y demostrar nuestros afectos a distancia.
El mundo, está comunicado “on line”.
Por suerte existen diferentes aplicaciones que nos proveen de cercanía y esto es un gran sostén emocional.
Hemos quedado distanciados de familiares, amigos, pareja, no solo dentro de la misma ciudad, sino también por fronteras de ciudades cercanas.
Nuestra capacidad adaptativa, nos ha llevado a construir un “modo nuevo” de estar con otros. Nos saludamos diferente, a distancia. Y poco a poco, vamos armando nuevas pautas sociales para volver a relacionarnos.
Miedo, incertidumbre, soledad, tristeza, desasosiego, pero también hay quienes se sienten liberados de toda la cuestión social que rechazan por diferentes motivos…diferentes emociones en todos y cada uno.
Todo es cuestión de tiempo
Hay dos tiempos, el CRONOLOGICO y el SUBJETIVO, y este último, funciona bien diferente, en cada uno de nosotros.
Para algunos, el tiempo vuela, para otros, no pasa nunca, pero la realidad es que pasan los días para todos, y ya vamos…más de 7 semanas conviviendo con diferentes sensaciones.
Hay frases que dicen que “para los que aman, el tiempo es eternidad”, refiriéndose que no pasa nunca para llegar a verse, al encuentro presencial.
Sin embargo, el tiempo subjetivo actúa mágicamente en algunas relaciones de pareja, y es vital para la construcción del amor verdadero.
Tiene que ocurrir, hay que transitarlo, si no madura ese tiempo entre dos, no prospera la relación, se muere, si uno de los dos apura ese tiempo, por ansiedad o por miedo a perderlo, puede que no sobreviva el amor.
Y en medio de este “entre-tiempo”, emerge el DESEO, que es el cimiento del amor y necesario para que éste, sobreviva.
Deseo de volver a abrazar a personas queridas, deseo de vernos, de juntarnos con otros, de recuperar espacios sociales que hacían a nuestra vida diaria.
La espera de que todo esto que anhelamos, se vuelva a dar, todo lo que era vivido en forma gratificante y nos satisfacía, eso, es EL DESEO, y éste nos mantiene vivos.
Niños y ancianos respetan y esperan con obediencia, sabiendo que al final la espera será gratificante.
Algunas parejas, han tenido que volver a conocerse con ese otro que hace años vivían, porque las corridas diarias, no les dejaban más que verse en la noche y vacaciones.
La cuarentena también ha encontrado a muchos cara a cara, y los ha confrontado con emociones nuevas, que no es malo, solo que es parte de la vida el ir des-cubriendo, “lo nuevo” en el otro conocido.
En la espera que transitan las “parejas a distancia”, se va construyendo ese espacio que potencia la fantasía del encuentro.
Si no hay espacio para el desarrollo de esa subjetividad, si no hay fantasía del encuentro, ilusión de lo que vendrá en algún momento, el deseo se apaga.
El tener viva esa expectativa es lo que da vitalidad y mantiene el vínculo.
Puede que uno de los dos, sea muy ansioso, y se vea envuelto en su necesidad y en no poder transitar ese camino, que invada al otro, y ahí estaría rompiendo el cascarón antes de lo previsto cuando aún no está maduro.
Esperar al otro, sus tiempos, ya sea en forma presencial o virtual, por las circunstancias actuales, o por otras, habla de un deseo maduro. De un querer, “no por necesidad”.
Esa brecha que ocurre entre la espera y la satisfacción, es el deseo.
El deseo adulto puede esperar; (a diferencia del bebé cuando llora porque tiene hambre, sueño, necesidades básicas.)
No siento que esta pandemia sea como vivir una guerra, ni que los otros, sean enemigos que me puedan contagiar, de los que debo disparar o huir.
Siento que de esto, algo, cada uno debe aprender. Poder esperar, mantener la calma y la distancia óptima. Capaz se trata de asumir una “libertad responsable”, donde cada uno vaya gestionando sus márgenes de libertad, de distancia, de cuidado, de uno y del otro.
*Especialista en Psicoanálisis Vincular