Por Karina De Mattos.
Rosmari Brizuela es una mujer salteña que ha debido enfrentar la pérdida de su único hijo víctima de un siniestro de tránsito. CAMBIO la entrevistó en el marco de la campaña Mayo Amarillo, quien dialogó sobre sus experiencias en este campo. Debido a que este año la campaña no se puede realizar en las mismas condiciones ante las medidas de aislamiento social propuestas para prevenir el contagio de coronavirus, impidiendo realizar actividades que aglomeren personas, por esto es que se han propuesto nuevas formas de concientización.
-¿Cómo comenzó su trabajo en el campo del tránsito?
-Yo creo que el tema te convoca siempre, pero no tomamos conciencia que desde que tiene tu hijo una moto siempre estás con el temor. ¿Llega o no llega? Después que falleció mi hijo Mauricio, en un siniestro en calle Brasil y Osimani, el 16 de febrero del 2013, fue una larga lucha, no te imaginas lo que es el dolor, la angustia, la tristeza, estuve más de dos meses sin poder ir a trabajar, claro no podía concentrarme, no podía hacer nada. Al año siguiente la encuentro a Alba Curbelo, en la casa de un familiar y me vio tan angustiada y me invitó a participar de la Mesa Interinstitucional de Tránsito y desde entonces ya hace cuatro años que estoy inserta en este movimiento.
-¿Cómo se sintió al participar?
-Hubo una conexión, me sentía acompañada, pero igual todavía andaba en esa angustia de llorar y llorar, no podía hablar. Hacíamos las actividades de Mayo Amarillo, entregamos cintitas, actividades en las escuelas, con los alumnos y los maestros, explicando junto con los muchachos de tránsito que les explicaban con los conos, las luces y carteles, y es importante ver cómo ellos entienden y como después lo difunden. Un día que fuimos a Villa Constitución y realizamos un recorrido alrededor de la plaza, desde los más chiquititos en cochecitos, trencito, patineta, hasta los más grandes del liceo, y respondiendo a las señales que les hacían los inspectores de tránsito. Hemos ido a escuelas y liceos explicando y tratando que la gente entienda. En el Jardín 120 por ejemplo en Salto Nuevo allí en la diagonal, a la hora de la salida afuera de la escuela observamos que los padres que van a buscar a sus hijos sin casco, viajan con más de dos personas en una moto, son increíbles las cosas que se ven. Hace poco realizamos una videoconferencia con el Dr. Machado, donde nos solicitó aportes de todos los apartamentos para ver qué hacer con el Mayo Amarillo y escuchar propuestas.
-¿Observa cambios en el tránsito desde que empezó su trabajo en torno al tema?
-Si, cambió bastante, en algunos lugares, incluso en el Liceo Nº 5 el años pasado realizaron un trabajo muy bueno interviniendo la calle, también trabajamos muy bien con los chicos del Liceo Santa Cruz y hemos visto una muy buena respuesta en estos chicos. Los Inspectores hacían un curso en años pasados como un típico curso para recibir la libreta para poder circular. Son tantas las cosas que van surgiendo, lo que nos resultó excelente fueron los fines de semana en la Plaza Artigas, acompañados por una caravana con muchos participantes, como Salto Automóvil Club.
Este año estábamos pensando en Mayo Amarillo hacer algo, por ahora estamos realizando las teleconferencias, ustedes que hacen estas notas, y exhortamos a todos los comercios, casas e instituciones que cuelgan telas y luces de color amarillo y que si pueden utilicen el lazo amarillo, yo siempre que puedo me lo pongo y lo acompaño de una foto de Mauricio, en todas las actividades. En mi casa tengo un membrillo que cada año lo lleno de cintitas amarillas en el frente. El año pasado entregamos material en la costanera y en la Vieja Bodega.
-¿Cómo era Mauricio?
-Vivió su vida, estaba trabajando en ese momento, tenía su novia y era muy felíz, tuvo una infancia muy linda con mis padres y conmigo porque yo me separé enseguida por problemas con el padre. Amigos en todos lados, en el jardín, en la escuela, en todos lados. Hizo sus cosas malas como todos, que la tomada, que la corrida. Yo como madre siempre estaba pendiente de si llegaba o no, cuando él subía unos escalones que hay en el ingreso a mi casa, dejaba la moto en el garage y subía a los saltitos, entonces yo sentía esos saltitos y ahí quedaba tranquila.
Fue terrible el accidente, él tenía 27 años, este año cumpliría treinta y cinco. Fue terrible cuando me avisan del accidente, mi esposo se dirigió hasta el lugar y después me vino a buscar. Pero mientras él fue a ver qué fue lo que pasó yo en mi casa me siento en la cama y no sabes lo que era mi corazón, estuve todo el tiempo con el corazón en un galope, no se si el era que se quería comunicar conmigo, era mi angustia o era un aviso de lo que pasaba. Después estar ahí esperando en la emergencia, te dicen que esperes, sale un médico que te dice que está grave y después lo pasan para adentro, después ya cuando te llaman es para decirte que falleció. No hay una contención, esa es una cosa que hemos hablado todos y de la que debería de ocuparse el personal de salud. Me parece que hace falta un apoyo al familiar que es víctima también, con personal de salud especializado.
-¿Cómo fue seguir adelante con esta realidad?
-En seguida, a la semana siguiente fui a Casa Grande por el grupo de duelo, recibí atención psiquiátrica y psicológica durante varios meses. A fin de año tuve unos meses horribles, porque miraba todo y lloraba y lloraba. Bueno después superé, y se que siempre va a ser así, que siempre va a faltar, que siempre lo vas a sentir. Por eso trabajo y por eso estoy acá, para apoyar a otras madres, explicarles, decirles lo que se siente. Me pasó en algunos liceos que fuimos a dar charlas y pasamos un video de un accidente y los chiquilines se reían, a mi me dio una sensación fuerte, el director les detuvo y les dijo que hay madres sufriendo y yo me paré y les conté tantas cosas desde los sentimientos y ahí se dan cuenta de que es algo serio y toman conciencia.
-¿Qué mensaje le daría a la población y en especial a los jóvenes?
-Quisiera decirles tantas cosas, no solo a los jóvenes sino también a los padres porque creo que yo cometí un error al comprarle su primera moto, después de esa siguieron otras, y no se como decirles que no piensan, no entienden que la vida es un momento, ese golpe y se acabó todo. Todo va de acuerdo a la enseñanza que tienen en la casa, pero después se pierden los chicos con los amigos y la bebida, ellos no se dan cuenta del riesgo que implica cada acción, la muerte. Que se cuiden, porque el se fue y yo hubiera dado mi vida por irme yo y que quedara él. A veces se prueban y se desafían, y no saben el alcance que tienen esos riesgos que se corren. Yo de corazón les pido que se cuiden, que piensen, que escuchen los consejos de los padres, que escuchen a sus amigos, que sea uno siempre el conductor responsable. Porque la vida es lo más importante. Mauricio era mi único hijo y en la vida encontras una foto por allá, otra por acá, los juguetes, los recuerdos, un espacio vacío en navidad y en año nuevo, es lo más terrible, esos meses son los de las recaídas junto con la fecha de fallecimiento. La familia es lo que más ayuda a salir adelante, con su cariño y apoyo, resguardense en los afectos. La vida es lo único que tenemos que no tiene retorno, la plata, ni lo material importa, la vida sí. Valorás más después de un suceso de este tipo.
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