jueves 25 de abril, 2024
  • 8 am

Médico de referencia

César Suárez
Por

César Suárez

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Por el Dr. César Suárez
En todos los órdenes de la vida las conductas humanas evolucionan por “ondas” y las tendencias van cambiando estableciéndose modas en las que la mayoría tienden a involucrarse y quienes no se avienen a esos cambios son calificados de demodé (fuera de moda) y lo que en algún momento fue furor a luz de las nuevas generaciones pasa a ser ridículo, sucede así con los peinados, con la vestimenta o con ciertas conductas que pierden vigencia.
Los jóvenes se ríen de los que visten con una moda antigua, de los que no trasnochan o no consumen alcohol hasta caer como si no hacerlo fuera un pecado, consideran ridículo ir a un baile a las diez de la noche y las reuniones comienzan cada vez más tarde pero como el día sólo tiene veinticuatro horas, las fiestas futuras terminarán por comenzar a la salida del sol y después a media mañana y más adelante al medio día, después usarán el horario de las quermeses y por último volverán a los “horarios ridículos” porque no quedarán más opciones de cambio.
Nadie quiere ser como eran los de antes porque son ahora testigos de la imagen actual generaciones anteriores y no quieren ese destino y en el intento de cambiar, quizás sólo lograrán un destino peor.
Pero esa tendencia a cambiar por cambiar, con el solo fin de ser diferentes abarca a toda actividad y la tarea médica no ha sido una excepción.
Cuando yo me recibí, ser médico general era poco menos que una afrenta, no quedaba otra alternativa que hacerse especialista de algo porque se decía que la medicina moderna era inabarcable y para poder ser exitoso había que elegir un área restringida y hasta algunos no conforme con ello, se especializaban en una parte de una especialidad, esto llevó a que los pacientes estuvieran subdivididos tal como el dibujo de los cortes de carne de una vaca tal como suelen adorna las paredes de las carnicerías, cada uno se ocupa de un pedacito y se niega a considerar el pedacito ajeno.
El paciente va al médico y este le dice, no mi amigo, esto no es para mí y lo deriva y cada vez que uno se enferma de algo tiene que consultar su pedacito enfermo con un nuevo especialista. Al final de unos años, cada paciente tiene una lista interminable de médicos y cada uno le manda por lo menos un remedio para darle un sentido a la consulta aunque seguramente podría haber sido sustituido por un consejo, y cuando quiere acordar está tomando diez o quince pastillas diferentes muchas de las cuales suelen tener efectos similares o interacciones farmacológicas porque es muy fácil agregar un medicamento pero muy difícil sacarlo ya que lo indicó otro colega.
Al pobre paciente sesentón o mayor no le da el día para ingerir comprimidos tratando de cumplir con las indicaciones de cada especialista diferente.
Al final el paciente termina desorientado porque cada especialista le da su versión desde el punto de vista de su especialidad y el paciente termina por interpretar que cada médico le dice una cosa diferente y que obviamente es diferente por que se refieren a cosas diferentes.
También en medicina las modas cambian y los que diseñan las políticas de la salud se han terminado por dar cuenta que cada paciente tiene que tener un médico referencia que administre racionalmente la salud de quien se trate y para eso sólo se necesita un título de médico, sentido común y una relación fluida con los especialista para cuando no puede resolver la situación de un paciente, situaciones que suelen ser menos frecuentes de lo que cualquiera piensa porque la mayoría de las personas consulta por trastornos banales y transitorios y que en última instancia no hay enfermedades sino enfermos y cada uno es una unidad indivisible unido todo por lo biológico y sobre todo por las emociones que dan vida a cada ser.
Ese médico de referencia debe ser especialista, pero especialista en comprender las necesidades de cada paciente.
Este médico de referencia es el que conocerá al paciente y lo seguirá por años, le indicará los chequeos necesarios, le organizará los medicamentos necesarios sin duplicación y recurrirá a los especialistas cuando se vea desbordado pero el paciente siempre volverá a él para que le siga administrando racionalmente su salud.
Claro que no hay que migrar al otro extremo, es necesario mantener el equilibrio y los especialistas seguiremos cumpliendo nuestra función como hasta ahora para cuando el médico de referencia se vea desbordado y necesite el auxilio de un técnico más preparado en esa área que esté afectada pero siempre “volviendo a casa” con el médico de confianza.
Cada paciente con su médico de referencia o ir aún un poco más allá para que sea además el médico de la familia con la confianza recíproca suficiente para administrar eficientemente la salud de cada paciente “on line”.