miércoles 24 de abril, 2024
  • 8 am

La fuerza de voluntad

César Suárez
Por

César Suárez

202 opiniones

Por el Dr. César Suárez
Cada uno es lo que es, consecuencia de lo que ha sido, de lo que ha pretendido ser, resultado de la voluntad y del deseo de ser y de lo que las circunstancias nos han permitido. Nadie puede ser ajero al ambiente que lo envuelve o a la “corriente” que lo arrastra, inevitablemente somos parte del conjunto y estamos impregnados por el entorno y es fácil dejarse arrastrar, sólo nos rescata la voluntad de marcar nuestra propia impronta para intentar ser lo que queremos ser.
La voluntad es la capacidad de poder decidir y llevar a cabo un propósito, es la fuerza de espíritu que se opone al libre albedrio de los acontecimientos o a la conducta involuntaria o instintiva, es la capacidad de analizar acontecimientos, valorarlos racionalmente y tomar una decisión y actuar en consonancia con mis principios, es la capacidad pensar y madurar las ideas y poder balancear entre el impulso instantáneo y las posibles consecuencias en el futuro inmediato o de mediano o largo plazo. La voluntad es una capacidad que nos distingue de los animales, nos permite crear, planificar y desarrollarnos y perfeccionar los objetivos y que nos hace diferentes, generación tras generación en base a los recursos progresivamente creados.
Todos los seres humanos estamos hechos de la misma materia y compartimos las mismas capacidades y reaccionamos del mismo modo ante cada estímulo, sentimos frío o calor, sentimos placer o dolor, sentimos atracción o rechazo, sentimos empatía o indiferencia, sentimos afecto o aversión, sentimos amor u odio, sentimos coraje o temor, cada uno de estos sentimientos surgen y se entremezclan unos con los otros en forma automática y de esa mezcla puede surgir una conducta que si es tan automática como las sensaciones, generarán conductas instintivas sin evaluar ninguna consecuencia, pero como somos seres racionales tenemos la capacidad de poner una pausa, de reflexionar, de evaluar, de planificar y de recurrir a nuestra voluntad para anteponernos al instinto.
Nuestras opciones es dejar que las cosas se generen tal cual vienen o por el contrario intentar incidir en forma activa y voluntaria con cada uno de nuestros actos para ir construyendo nuestro entorno individual y colectivo dándole una impronta especial al grupo humano del que formamos parte.
La acción voluntaria mancomunada va construyendo cada cultura especial de cada comunidad, que suele darle a cada grupo una determinada personalidad que lo diferencia de otro grupo y nos da nuestra identidad de la que podemos sentirnos congratulados o en ocasiones avergonzados.
La humanidad está llena de historias anónimas que le han dado forma a toda su trayectoria sobre nuestro planeta y otras historias que tienen nombre que han marcado hitos por su creatividad y su voluntad inquebrantable pero la humanidad somos todos y cada gotita de agua conforma la inmensidad de los océanos.
Cada ser anónimo tiene su impronta y en su conjunto le da forma a la armonía o al caos del puzle del que somos parte.
Cada uno de nosotros construimos con nuestras debilidades y fortalezas y le damos forma a ese entorno que nos rodea y de la acción y voluntad de cada uno surge la impronta que cada grupo humano que conformamos.
Nuestro paso por la vida no debe ser indiferente, es necesario que cada uno ponga los suyo con determinación y fortaleza y no permitir que otros decidan por nosotros.
Así como la fortaleza de cada uno de nuestros músculos depende del entrenamiento, la fuerza de nuestra voluntad necesita ejercicio permanente para determinar que cada cosa esté el lugar que cada uno entienda que tiene que estar sin permitir que siempre queden donde los demás se les antoje ponerlas.