martes 30 de abril, 2024
  • 8 am

Flora nativa: ESPINILLO

Por Ing. Agr. Tacuabé González Jiménez
tacuabenativo@yahoo.com.ar
Especie: Vachellia caven (Molina) Seigler & Ebinger
Familia: Leguminosae
Subfamilia: Mimosoideae
Acacia: (denominación anterior de género) del griego akazos: punta o akakis: árbol espinoso
Nombre común: Espinillo, Aromo, Aromito
Distribución: Árbol nativo de América del Sur, de zona tropical y templada. Abarca una región que comprende Argentina, Brasil, Paraguay, Bolivia, Chile y Uruguay. De nuestra flora, es uno de los árboles más conocidos popularmente.
Hábitat: Especie que se desarrolla muy bien a pleno sol.
Por su plasticidad adaptativa lo encontramos en ambientes de suelos con baja humedad hasta en aquellos con suelos muy húmedos.
En nuestro país es un componente importante en el Monte de Parque, junto a especies asociadas en esos ecosistemas: Algarrobo, Ñandubay, Quebracho, Chañar y Tala entre otros. Es la vegetación que acompaña el río Uruguay, no como Monte Ribereño sino más lejos del agua, como una franja en todo el litoral, desde el departamento de Artigas a Colonia, incluso en el estado de Río Grande do Sul, Brasil.
Asimismo al occidente del río, en las provincias de Corrientes y Entre Ríos se encuentra conformando también el Monte de Parque. En Argentina forma parte del Monte Chaqueño y es un componente importante en la agrupación vegetal denominada “Espinal”.
En nuestro país, además lo encontramos en el borde de los montes ribereños de ríos y arroyos, en áreas de transición hacia el campo natural, donde es frecuente verlo en forma aislada. También es observable su presencia, en las serranías, formando parte de otros ambientes.
Tronco: algo tortuoso, corteza agrietada, de color oscuro. Copa amplia muy ramificada. Árbol bajo de hasta 4 – 5 m de altura, espinoso, de madera dura.
Espinas: son estípulas geminadas, (órganos unidos de a dos), en los nudos, de 2 cm de largo de color blanco, divergentes.
Follaje: semi persistente de color verde claro.
Hojas: alternas, compuestas, bipinnadas de 3 a 4 cm de largo, con 3 a 8 pares de folíolos pequeños.
Flores: muy perfumadas, dispuestas en cabezuelas, “pompones” de color amarillo dorado, de 1 a 2 cm de diámetro, pedunculadas en número de 2 a 3.
Frutos: legumbre subcilíndrica, terminada en punta, leñosa de hasta 5cm de largo, indehiscente (no se abre al madurar espontáneamente), negras o marrón oscuras. Durante cierto tiempo mientras crecen son de un llamativo color verde.
Semillas: gruesas, duras, oscuras, numerosas por fruto.
Fenología:
Invierno La perdida de hojas se manifiesta con intensidad, quedando la fuerte estructura del tronco y ramas de color marrón. A mediados de esta estación comienza la floración.
Primavera Se hace evidente la expresión más relevante de su presencia en el espacio, la floración amarilla dorada con gran fragancia. Las flores cubren totalmente la copa del árbol y comienza la aparición del follaje.
Verano Se completa el follaje que cubre toda la copa y muestra su color verde claro. Brinda una sombra notoria y atrayente. Se aprecian sus frutos verdes, aún inmaduros.
Otoño Comienza la caída de los folíolos reduciendo poco a poco la cobertura verde de la copa. Los frutos van adquiriendo su color oscuro, denotando la madurez, permaneciendo en la planta hasta avanzada la estación.
Lugares de observación: Costanera Norte, Parque Indígena “Vaimaca Pirú”, las Avenidas Apolón de Mirbek, José Garibaldi, Pascual Harriague, Parque de Flora Nativa “Rumbo al Ayuí”. Más allá de los lugares mencionados, es fácil encontrar ejemplares aislados en distintos puntos de la ciudad.
Multiplicación: Luego de romper la cobertura del fruto seleccionar las semillas que no muestren defectos visibles. Escarificarlas, raspando el extremo para facilitar la hidratación. Sembrar en tierra de mantillo y no expuesto al sol
También es posible aprovechar la aparición de nuevas plántulas a partir de las raíces gemíferas (que brotan), sobre todo después de un corte en la planta principal.
Se comporta bien cuando se lo ubica en lugares adecuados, terrenos algo húmedos y suelos livianos. No es de crecimiento rápido, pero si se lo cuida convenientemente podemos en breve plazo ver buenos resultados.
De forma natural los frutos cuando son consumidos por animales tienen una dispersión por el campo con suerte variada en cuanto a tener un nuevo ejemplar y que prospere sin ser pastoreado.
Otras veces los frutos son arrastrados por lluvias o crecientes y como parte de la resaca son depositados en lugares donde germinan y prosperan.
Los Espinillos actualmente son un relicto de la vegetación de los Montes de Parque que existían donde hoy está instalada la ciudad de Salto.
A modo de ejemplo; donde está el Club Salto Grande, a fines del Siglo XIX, se encontraba, el “Paseo de los Españoles”, denominado “Las Aromas” en alusión a los abundantes árboles de Aromo que por allí crecían próximo al Aº Espinillar.
El arroyo Espinillar tiene sus nacientes en el predio militar, al este de Grito de Asencio y corre hacia el oeste. Prácticamente hoy está canalizado al cruzar predios particulares. Se lo observa “más natural” luego de la calle República Italiana, discurre hasta la calle Saturnino Rives y allí cruza debajo de la Av. Paraguay conformando un sistema hídrico que continúa hasta desembocar en el río Uruguay, al norte del Salto Rowing Club, próximo a playa Las Cavas.
El corte para leña o para los hornos de ladrillos por más de 100 años ha reducido significativamente la población de Espinillos. A pesar de ello su cualidad de rebrotar ha permitido su persistencia, aún cuando en el presente no se lo proteja y continúe lamentablemente su explotación. Sus “compañeros” en los Montes de Parque, por no rebrotar de igual forma, han reducido sus poblaciones y solo se encuentra algún ejemplar aislado.
Servicios. Ornamental. Puede emplearse en forma aislada o en pequeños grupos. Sería deseable proyectar plantaciones en plazas y parques brindándole amplios espacios, para que pueda desarrollar su copa plenamente y nos regale su figura, su color y su aroma.
Todo el año resalta su robustez, la delicadeza de su textura y a comienzos de la primavera, lo impactante de su floración. Uno de sus mayores atractivos es la floración perfumada con su fragancia inocultable, suave y dulce, además de su forma que es sumamente decorativa, de volumen definido. Como ya se ha descripto, se destaca su variación fenológica a lo largo del año.
A fines del invierno y en primavera es un aliado de los apicultores por su condición de buen productor de polen y néctar.
El aceite esencial que se extrae de las flores tiene amplio uso en perfumería
Como integrante de la familia de las leguminosas, mediante asociaciones simbióticas con bacterias nativas, fijan nitrógeno atmosférico.
Su madera se consume como leña o carbón, también hacen postes y mangos. Las hojas y flores tiñen de amarillo y la cocción de los frutos tiñe de negro.
Su corteza, hojas, semillas y raíces se usan para combatir distintas afecciones.
Bibliografía consultada:
Brussa, C.; Grela, I. 2007. Flora arbórea del Uruguay.
Lombardo, A. 1964. Flora arbórea y arborescente del Uruguay.
Muñoz, J.; Ross, P.; Cracco, P. 2005. Flora indígena del Uruguay: árboles y arbustos ornamentales.
El Espinillo (Serafín J. García)
Entre los árboles del monte – y los había de las más variadas especies aborígenes – era el Espinillo el primero en engalanarse para recibir la primavera. No bien entraba setiembre comenzaba a insinuarse a lo largo de sus retorcidas y espinosas ramas los redondos botoncillos, que poco después habrían de convertirse en flores de color dorado, alegres y brillantes, cuyo intenso aromo agreste, esparciéndose generosamente por el aire, atraía a las abejas laboriosas, que llegaban desde sus colmenas ocultas en los rincones más intrincados y secretos del monte a aprovisionarse de néctar y de polen.
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Cuando los Espinillos empezaban a florecer, todos los moradores de la estancia nos sentíamos más alegres y optimistas, y hasta los pequeños hechos cotidianos adquirían un sentido distinto. Tal era la influencia que sobre nuestros espíritus ejercía el mensaje primaveral de aquellos árboles.
Espinillo. Leyenda.
Eireté, en guaraní: «miel de abeja», era una joven india casada con Cuimbá, con quien vivió un corto tiempo de felicidad, pues su esposo murió en luchas tribales y ella quedó con un hijo de pocos meses.
Una tarde, salió a pasear con su hijo, cuando de pronto, escuchó el rugido de un yaguareté. Aún con miedo, se internó en la vegetación intrincada y espesa.
Fue allí que Tupá intervino, guiándola hacia un tupido monte de Espinillos, cuyas ramas se abrieron a su paso, para luego cerrarse, oponiendo tallos leñosos y hojas con espinas al camino de la fiera.
La ayuda continuó, pues ordenó al Sol que ante la llagada de la noche fría, dejara su calor en el follaje que la albergaba. Así Eireté pudo pasar la noche con su hijo, llegando sanos y salvos a la tribu al día siguiente.
Desde entonces, en primavera, los rayos del sol duermen sobre los aromitos, quedando después en flores de color dorado.