lunes 24 de febrero, 2025
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Salesianos celebran 100 años de su presencia en Salto con acciones solidarias en barrios de contexto crítico

Sol

Por Karina De Mattos.
CAMBIO dialogó con el Padre José Pérez, -nativo de Montevideo-, de la zona de la “curva” de Maroñas y se encuentra en Salto en el marco de su carrera misionera. Como todos los salesianos está muy vinculado a la tarea social. En el marco del Centenario de la presencia salesiana en Salto se encuentra junto a un grupo de jóvenes realizando acciones solidarias.
UN ABRAZO SOLIDARIO
El Padre José relató a CAMBIO como nace esta experiencia que ha sido muy grata. “Todo surgió el año pasado con unos chicos del Colegio Salesiano que querían hacer algo por la sociedad entonces les propuse hacer una olla popular los días jueves de 17 a 19, la idea era recorrer la ciudad y darle comida a la gente que está en situación de calle pero como se trata de un grupo de adolescentes de primer año de liceo, de unos 12 años aproximadamente. Decidimos hacer las actividades en la Obra Social Don Bosco y brindarles alimento. Desde el 13 de marzo decidimos desde la obra entregar viandas a través de la olla allí decidimos brindarle alimentación a personas mayores de 65 años. Se acercaron unas 14 personas para recibir sus porciones y abrimos un registro. Es allí cuando nos llevamos la sorpresa de que en tres días se anotaron 400 personas que necesitaban esa asistencia en la zona”, señaló el sacerdote. “Nos organizamos vimos un poco el tema donaciones y otro poco compró la Obra Social. Dimos los 400 platos. En definitiva nos ganó la realidad, una realidad bastante embromada, familias con muchos hijos en la zona. La experiencia la hicimos de lunes a domingo, el pico más alto fue de 620 platos y duró bastante tiempo”.
DIFERENTES REALIDADES
Pérez dijo que “Una de las cosas que me impactaron más fue el Barrio Horacio Quiroga y La Esperanza, yo no los conocía y esto nos dio la posibilidad de poder entrar. Desde ahí como salesiano me enamoré de los dos barrios, porque contienen la población de abordaje que debe tener un misionero. Organizamos cuadrillas y cada día iba una diferente a trabajar en la olla, entre cuatro a 5 personas. Personas grandes con mucho poder adquisitivo, que querían hacer algo por los demás, adolescentes de la Obra. A medida que nos íbamos conociendo con la gente del barrio, veíamos que los jóvenes del barrio a las 10 de la mañana recién estaban levantándose, le tirabamos propuestas para que nos brinden una mano. Los íbamos a buscar a la mañana al barrio y ellos mismos nos ayudaban a elaborar la olla. Ellos realmente estaban orgullosos porque no solamente estaban cocinando para las familias del barrio sino que también fueron conociendo otras realidades y otros barrios.
Esa experiencia de la olla nos abrió a conocer muchas realidades de muchas familias y para seguir volando en nuestra misión y seguir soñando. Una de las cosas lindas que yo fui descubriendo es que la gente no se aprovechó de la situación, el que decía que sí necesitaba y se acercaba a recibir un plato. Al llegar la zafra de la naranja ellos mismos dijeron que ya no necesitaban recibir la vianda”.
LA CASA PARA WENDY
El sacerdote dijo que junto con los jóvenes comenzaron a ver algunas necesidades de familias en el Barrio Horacio Quiroga. “Llegamos a una casa, la casa de Wendy, que es madre de una joven con síndrome Down que tiene 13 años. Ella y su madre no tenían nada dentro de su casa, no tenían ni luz ni agua, solo las dos camas, nada más. El baño era un desastre total, por el costado tenía un caño roto, el fondo parecía un basurero. Le planteé a los muchachos si podíamos durante el mes de agosto poder ayudar a estas mujeres. Abrí una cuenta en abitab. Y le pudimos arreglar la casita de Wendy. Pintamos la casa, limpiamos el fondo, pusimos vidrios, entre tantas otras cosas.
Esta ha sido una experiencia muy bonita, uno va experimentando y es increíble ver la cadena de solidaridad que se viene dando”.