viernes 29 de marzo, 2024
  • 8 am

El ocaso de la lancha que unía Salto y Concordia surcando el río Uruguay

Por Mario Sancristóbal.
Cierta vez un veterano trabajador de ascendencia española de la zona portuaria me dijo una frase que me quedó para toda la vida. Pero antes de referirme a esa frase debo dar algunos detalles del contexto en que me la dijo y porqué me quedó grabada a fuego. A este señor le había ocurrido una terrible desgracia y era que había perdido en un accidente a su hija, sin embargo a pesar de lo terrible del tema una vez que se reintegró a cumplir su rutina diaria en el Puerto no se lo veía acongojado o con esa angustia que suelen padecer quienes transitan por ese horrible trance. Al contrario, parecía más jovial que de costumbre y como por suerte, yo tenía con él cierta confianza que me había ganado al conocerme desde niño un día estando ambos sentados a la sombra, cerca del viejo resguardo Aduanero, le pregunté el porqué de su carácter alegre después de haber pasado por esa tremenda pérdida de un ser querido. Aún hoy recuerdo exactamente mis palabras, le dije, -Don Felipe- , ¿porqué usted sigue de buen carácter aún después de que tuvo esa tragedia en su vida? El veterano me miró con ojos paternales y casi con solemnidad me dijo – Lo que pasa Marito- , es que cuando un vasco ríe es porque en realidad llora por dentro. Y ahí comprendí muchas cosas y sobre todo esa frase me acompaña hasta el día de hoy.
EL PRINCIPIO DE UN FINAL
Hoy cuando se me encarga escribir sobre aquellas cosas que van quedando en el tiempo, que se terminan por los motivos que sean y que dejan un espacio vacío de vivencias, recuerdos, anécdotas y sobre todo de trabajo y sacrificio que es muy difícil de llenar. Hoy cuando me dicen que escriba sobre el final del tráfico fluvial de pasajeros entre Salto y Concordia, no puedo menos que dejar que una sonrisa aflore para no dejar que una lágrima corra por mi cara. Y quizás sea una tarea que desde afuera resulte sencilla de hacer, siempre y cuando no se haya pasado mas de 40 años, como pasé yo, vinculado al trabajo en el Puerto de Salto. Pero deberíamos comenzar a desarrollar algunos datos para que se tenga dimensión sobre como eran los tiempos en que para ir a Concordia la única forma de hacerlo era a través del Servicio Fluvial de pasajeros que realizaban en su mejor época más de cuarenta embarcaciones de todo tipo, tamaño y capacidad.
UNA ÉPOCA DE AUGE
Y se le llamaba lancha a veces a embarcaciones que transportaban a nos más de 20 pasajeros y que funcionaban con motores a nafta con una capacidad de combustible reducida y que después de realizar un par de viajes debían detenerse para llenar el tanque de combustible y proseguir realizando viajes. Es bueno hacer notar que muchas de esas pequeñas embarcaciones desaparecieron cuando se instrumentó una serie de medidas mínimas en cuanto al eslora (largo total de la embarcación), manga (ancho de la misma ) y capacidad en cuanto a pasajeros de las embarcaciones que serían habilitadas para poder realizar el tráfico fluvial. Y mucho del romanticismo que se había generado en otras épocas comenzó a perderse en forma abrupta debido a esas medidas y muchos viejos lancheros que no se adaptaron a los nuevos requerimientos dejaron esa tarea y se dedicaron a otros menesteres. Y fue ahi que mi padre comenzó a incorporar a servicio fluvial embarcaciones grandes, con mayor capacidad en cuanto a pasajeros, que estaban equipadas con motores diesel marinos y con normas de seguridad quizás mejores pero obviamente más onerosas. Nadie me lo contó, yo viví la época en que había tanta gente para llevar a Concordia que la fila de pasajeros comenzaba en el portón del recinto portuario y llegaba hasta las cercanías del Club Remeros Salto. Y se hacían tres filas simultáneas.
COMPETENCIAS
El modernizar las unidades que se utilizaban en el tráfico fluvial tuvo su beneficio en cuanto a comodidad y seguridad para los usuarios, pero como contrapartida los gastos que esas mejoras ocasionaron quizás a la larga no justificaron la inversión realizada. No debemos olvidar además que al ir el mundo hacia una economía globalizada, las enormes diferencias de precios que hubieron en otros tiempos entre un país y otro no siempre se mantuvieron durante mucho tiempo y al no tener conveniencia para realizar compras en la otra orilla, el número de usuarios del servicio fluvial disminuía drásticamente. Para ir complicando aún más el panorama, el hecho de comenzar a poder trasladarse a través del Puente Internacional sobre la Represa de Salto Grande, hizo que muchísimas personas que antes usaban la lancha como opción para ir hacia Concordia optaran por utilizar las diferentes líneas de ómnibus, su propio automóvil o uno de los tantos autos que se dedicaron durante años a llevar gente hacia Concordia en una competencia desleal que a la larga resultó fatal para los intereses de las empresas que tenían la concesión de la línea fluvial.
CONTROLES
Además nunca se logró hacer comprender de manera efectiva a la autoridades de diferentes gobiernos, ya sea Uruguayo o Argentino, en el período dictatorial o en democracia, de que había que tener un trato igualitario entre los regímenes de transporte fluvial y terrestre que realizaban tráfico vecinal fronterizo (o sea Salto – Concordia ) y siempre se le sumaron más costos impositivos al transporte fluvial que al terrestre y obviamente nunca se efectuó un control sobre aquellos que transportaron pasajeros en autos particulares sin tener autorización, sin contar con habilitaciones para esa tarea y mucho menos sin abonar ni un solo impuesto o tributo. A pesar de todos estos inconvenientes el tráfico fluvial seguía subsistiendo y trasladando gente hasta que por diferentes motivos que pueden ser varios, como por ejemplo el aumento desmedido de aranceles en cuanto a costos por concepto de Inspecciones Anuales de Casco, Máquina, Seguridad, Radio Gestión de Basura y PBIP (Protección de Buques e Instalaciones Portuarias) en algunos casos elevándose por ocho veces su valor.
EL IMPACTO DEL CERO KILO
Y sin embargo se seguía adelante hasta que en el año 2013 se instrumentó e implementó el tan nombrado Cero Kilo y ese fue el principio del fin y desde ese momento comenzó un retroceso que llevó a la actividad que tenía cinco frecuencias regulares de lunes a viernes y cuatro los sábados y feriados , incluso teniendo durante un tiempo se realizaban frecuencias hasta los días domingos en que había dos servicios , uno por la mañana y otro por la tarde. Y se comenzó a reducir personal primero, después de tener dos embarcaciones a la orden a tener solamente una disponible y de que ambas tuvieran su propia tripulación a tener una sola tripulación que navegara.
Y a reducir frecuencias, primero dejar cuatro frecuencias de lunes a sábados , despues eliminar los días feriados argentinos y sábados porque los costos impositivos del lado argentino en cuanto a habilitaciones extraordinarias de Aduana Argentina o de Migración Argentina eran enormes e imposibles de costear. Y fue así que una actividad con mas de cien años de historia, en octubre del 2018 llegó a su fin.