viernes 26 de abril, 2024
  • 8 am

Dos caras de una misma moneda

Gustavo Chiriff
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Gustavo Chiriff

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Téc Univ. Gustavo Chiriff
Frente Amplio
Estas semanas se ha hablado mucho de lo trascendental que puede llegar a ser la jornada electoral estadounidense, en el que se definirá si Donald Trump seguirá al frente del gobierno por los cuatro próximos años o lo hará el ex vicepresidente Joe Biden.La elección entre el presidente Trump y Biden es una de las más polarizadas en la historia de EEUU.
En este sistema electoral, según el cual los ciudadanos no votan por el presidente o por un parlamento que luego lo elige, sino por un comité de electores compromisarios de cada estado, encargado de reunirse más de un mes después, y elegir de verdad al presidente, resultado que no se oficializa hasta enero, es difícil poder predecir quien será el ganador. Por que se ha dado que no el que tenga la mayoría de votos luego resulta ganador, como fue en elecciones pasadas que Hillary Clinton logro 2,8 millones de votos mas que Trump, pero pierde en el Colegio Electoral.
Trump y Biden, representan en distintas formas la clase dominante de un poder hegemónico cultural que a o largo del tiempo ha ido alternando entre Demócratas y Republicanos, un poder que se sustenta en una estructura económica, que hoy ante los incrementos decrecientes de las tasas de ganancia de las multinacionales, que es parte de la crisis global del capitalismo, quien será el nuevo presidente de EE.UU. será clave para recuperar la expansión económica de este país. Así que los dos, en última, instancia, están defendiendo un mismo sistema, una misma sociedad y modo de vida, y una misma visión de la democracia, que apenas refleja aquello de «del pueblo, por el pueblo, para el pueblo» que exaltara Abraham Lincoln, el mismo político profundamente religioso que dirigió hasta el final la guerra más devastadora y cruenta de su historia.
Trump ha consolidado un voto duro de derecha, donde EEUU ha iniciado un camino de declinación y Trump sigue siendo una opción que despierta entusiasmo en muchos sectores reaccionarios de la sociedad estadounidense. Ahora bien, la “América par los americanos” que representa Donald Trump no obedece a una personalidad psiquiátrica, como algunos creen, ni se terminara con su presidencia; como tampoco la crisis profunda de este sistema capitalista.
Quien emerja como presidente de EE.UU., sea quien sea, buscará recomponer la hegemonía de este país en el esquema estratégico económico mundial, a cualquier costo, aun si hay que inventar una guerra.
América Latina, no será la excepción para el apetito voraz del gigante del norte, por eso es necesario construir alternativas populares al avance del neoliberalismo y solo es posible desde una perspectiva de izquierda.