martes 23 de abril, 2024
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Conflictos

César Suárez
Por

César Suárez

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Por el Dr. César Suárez
La interrelación social se puede definir como un constante conflicto activado por el accionar de las personas, cada uno buscando ocupar un lugar en su familia, en su comunidad, en su región y también el mundo. En términos generales, cada uno piensa que, del intercambio social, siempre obtiene menos de lo que se merece y cada uno cree que vale mucho más de los que los demás lo valoran y los demás piensan que a los otros le va mucho mejor de lo que se merecen.
A título personal, resultaría un excelente negocio, comprar al otro por el precio que los demás creen que vale y venderlo luego al precio que cada uno cree de sí que vale, y a título material, lo que tengo para vender, siempre será bastante más caro lo que yo pretendo obtener que lo que el otro está dispuesto a pagar, en medio queda la negociación dónde cada uno pondrá en juego su habilidad para llegar a un acuerdo satisfactorio para ambas partes.
En ese conflicto constante de acuerdos y desacuerdos, a algunos se les va la mano y hacen abuso de su posición de privilegio, ya sea de su fuerza física, de su capacidad económica, de su posición social para imponer sus condiciones, pero como nadie está dispuesto a ceder en lo que considera sus derechos, inevitablemente se instala el conflicto para el que no se necesita más de dos personas cualquieras y que se acentúa cuanta más gente participa.
En este intercambio constante se desatan las controversias que jamás tendrán una solución definitiva, cuando un conjunto de personas se unen para luchar por un objetivo en común y terminan por lograr ese objetivo, inmediatamente se iniciará la puja interna de ese grupo desnudando las diferencias y si ese grupo lo conformas apenas dos personas, tampoco se extinguirá el conflicto porque cada uno es como es, diferente a cualquier otra persona por más parecido que piensen.
Pero las cosas van aún más allá, una única persona puede no estar de acuerdo consigo mismo porque lo que consideraba correcto a los veinte años puede considerarlo incorrecto a los cincuenta y hasta entrar en conflicto consigo mismo discrepando los padres con los hijos que ahora piensan como pensaban ellos a esa misma edad.
Cada uno piensa con su cabeza y siente con todos los sentidos, cada uno se impregna con el entorno y el estado de ánimo completa el combo, el equilibrio se desplaza, se inclina, se balancea, se sale de eje y vuelve y en ocasiones derrapa y por si acaso esto fuera poco, los conflictos existenciales terminan por confundir aún más a cualquiera.
Los Psicólogos intentan acomodar los conflictos ajenos, pero hasta ellos mismos necesitan terapia para disipar el enredo que le dejan sus pacientes en las sus cabezas que se suman a los enredos que ya tenían, simplemente porque ellos también son personas y no escapan a las generales de la ley.
Obviamente que la negociación es la clave en la búsqueda de un punto de consenso, pero en ocasiones la diferencias cuando no tienen punto de encuentro se despierta el “germen” de la intolerancia, se pierde toda racionalidad y la única alternativa que cada uno ve viable es la destrucción del otro y el campo de batalla se llena de distraídos que en su mayoría no entiende que es lo que pasa.
Después, cuando esté todo roto y ya no quede más salida, vendrá alguna suerte de armisticio para intentar recomponer lo que ya no tiene arreglo y siempre en el medio quedarán los que no tienen nada o poco que ver que se terminaran por sumar a uno u otro bando, pero sin entender las profundas causas de todo ese enredo, pero en algún lugar hay que ponerse o quedarse orejano y así quedarse en conflicto con todo el mundo.
Así fue siempre desde que hay memoria, así es ahora y así seguirá siendo porque así es nuestra naturaleza, la controversia va con nosotros y nuestra historia es lo que va dejando cada conflicto, a título universal, a título regional, a título grupal ya título personal.