miércoles 24 de abril, 2024
  • 8 am

Exhortan a no hacer daño a las apereás que aparecen en la Costanera por tratarse de una especie protegida

Muchos que salen a caminar por las mañanas en la zona costera o que concurren a pasear se habrán encontrado en más de una oportunidad con animalitos muy parecidos a roedores que salen desde los arbustos y se atraviesan en el camino. No son ratas, son apereás, una especie que desde las ONG animalistas piden no dañar y evitar atraparlas, puesto que conforman la fauna autóctona de la zona. El apereá es un roedor sin cola, de cuerpo alargado, y extremidades delgadas y cortas, pero que sin embargo corre con gran facilidad y rapidez. Mide unos 25 centímetros de largo y llega a pesar 500 gramos. Vive en lugares con vegetación abundante y relativamente húmedos.
HISTORIA NATURAL
El apereá tiene hábitos nocturnos, escondiéndose durante el día en agujeros de los troncos o cuevas entre los arbustos. También produce a veces sus propias madrigueras, hechas con ramas a veces espinosas para protegerse de los predadores. Sin embargo, no vive en madrigueras subterráneas, como las ardillas de tierra. En las zonas donde habita es fácil ver los caminos y túneles que se forman debido a su desplazamiento. Producen daños en los tallos de los árboles frutales y forestales jóvenes, alimentándose en especial de tallos y hojas tiernas. Abundante en las zonas de donde es originario (llegando incluso a ser común aunque indeseado que los perros los cacen en las estancias o hasta en las casas con patio), es especialmente fácil verlo cuando hubo una lluvia, ya que las lluvias normalmente traspasan sus madrigueras. En zonas inundables es capaz de nadar. El área de acción promedio de las hembras es de 1173 m2 y de 1387 m2 para los machos. Cada sexo establece jerarquías de dominancia por separado para acceder al alimento y en el caso de los machos para el acceso a las hembras. En señal de alarma y de amenaza emite una serie de sonidos cortos como gorjeos y rechina los dientes. Se alimenta exclusivamente de vegetales, en especial de hojas de gramíneas y en menor proporción de tallos, semillas y flores.
EN RIESGO
Solo dos especies de animales en peligro de extinción fueron encontradas en las áreas protegidas uruguayas: el apereá de dorso oscuro (Cavia magna) y el margay, especie de gato montés atigrado (Lynchailurus braccatus). Esta comprobación surge de un estudio presentado recientemente por la organización Vida Silvestre para la Conservación de la Naturaleza. Las especies autóctonas en peligro de extinción son 25: el venado de campo, el tatú de rabo mol, el apereá de dorso oscuro, el ratón de monte, la comadreja de agua, el lobo de crin o aguará guazú, dos variedades de tucu-tucu, 6 variedades de murciélagos, la paca, 3 variedades de comadreja, el margay o gato tigre, el lobito de río, el gato de pajonal, el coatí, el guazubirá, el tamanduá, el erizo y el puma, pero que solo dos están en las áreas que Uruguay declaró excluidas.