miércoles 24 de abril, 2024
  • 8 am

LOS MEJORES DE LATINOAMÉRICA


Por Juan Carlos Ambrosoni
Días atrás el reconocido, prestigioso e internacional periódico semanal Londinense “The Economist” dio a conocer su anual trabajo hecho por su unidad de inteligencia, publicó su índice de niveles de democracia, un indicador que mide los grados y volúmenes democráticos de los países del planeta, calificando a los regímenes de las diversas sociedades a partir de democracias plenas e imperfectas hasta los más graves autoritarismos donde la independencia escasea entre los habitantes de esas sufridas naciones. Nada es coincidencia, para nuestro orgullo, la ciudadanía uruguaya es la que posee en medio de la fraternidad latinoamericana el mayor galardón, la mejor y tan completa democracia de toda la región, superando a Chile, quien ocupaba la primera posición desde hace muchos años.
En el contexto de un planeta muy diversificado, globalizado y sujeto ineludiblemente a los efectos colaterales de las acciones ejercidas por potencias mundiales es de vital importancia reconocer y reafirmar dichos logros obtenidos, que hablan de la gran capacidad autónoma que tiene esta humilde pero soberana nación ante los pies de una humanidad tan dinámica en la que vivimos. En una extensa y plural lista de más de 160 paises, son apenas 14 los territorios que gozan de una democracia aún mayormente plena que la de nosotros, al igual que Noruega, Suiza, Dinamarca, Canadá o Australia por ejemplo. A priori suena raro leer a Uruguay entre estos pares, si nos pondríamos a comparar y medir dimensiones económicas ante los mencionados, veríamos un abismo diferencial entre estos y nosotros. Aunque no se trata ni de unos ni de otros, se basa en que integramos la cúspide formada por este selecto grupo de primermundistas, que da como inmediata conclusión que en la tan preciada condición que puede tener un ser humano sí que podemos compararnos, disfrutamos de la libertad a la par de ellos. Uno se podrá preguntar ¿cómo este pequeño país logró tanto en poco tiempo? La respuesta es madurez. Emana de los hechos históricos del pasado, desde el militarismo de fines de Siglo XIX al último del centenar pretérito, aprendimos que los oportunistas que arriban al poder por vías no democráticas a la corta o a la larga caen, porque la población los hace desplomarse. En nuestra experiencia fue este pueblo tan heterogéneo que fue madurando en base a los aberrantes horas vividas en aquellos días oscuros de la historia nacional hasta concebir hoy día los estimados valores que la comunidad alcanza lograr y ejercer en nombre de la convivencia pacífica.
No se trata de competir con el resto, pero si de disfrutar y mantener lo ganado. Lo que algunos perciben como una utopía para nosotros es pura realidad. Está en cada uno de los uruguayos la tarea de regar todos los días esta flor de libertad, para que se mantenga viva y siga creciendo. Sigamos mostrando sincera legitimidad en presencia de los procesos electorales, ante las instituciones y con el prójimo per se, porque esto resulta del respeto mutuo, el mismo que venimos ganamos frente a los ojos del mundo por nuestras acciones que hace situar la tierra uruguaya un mejor lugar para vivir.