viernes 19 de abril, 2024
  • 8 am

Los nuevos días que se le vienen al gobierno

Por Juan Carlos Ambrosoni
Días atrás, Equipo Consultores dio a conocer los nuevos resultados de opinión pública para el gobierno de Luis Lacalle Pou, donde hay una leve decaída en la aprobación y un tímido aumento de la desaprobación de la gestión del mandatario por parte de los uruguayos. Los inaugurales estudios realizados por la misma consultora, hechos durante las primeras cien jornadas a partir de su Asunción, arrojaban un éxito de 65% de conformidad, la última, a la que hacemos referencia, decae al 53%. A casi un año de esta administración, muchos meses pasaron y las tendencias empiezan a ser las que veremos de aquí en adelante. Desde la ciencia política vemos el final de la “luna de miel” del presidente.
Usted se preguntará: ¿Qué significa, en términos políticos, “Luna de miel”? El concepto hace referencia a la popularidad que capta un presidente, una vez ganadas las elecciones y culminando los inaugurales meses de su gestión. Esto se produce a causa de que la opinión pública centra sus energías desde estos resultados, aumentando en el periodo de transición de un mando a otro y así pues, en los primeros tiempos de ejercicio la adhesión llega a un punto muy alto, una vez tocado el techo inmediatamente comienza a descender de manera inevitable y paulatinamente, ya que termina esa fase fervorosa en que los ciudadanos se encuentran lo que permite al primer mandatario gozar de esa buena reputación. Un dato no menor y un hecho, es que esta etapa de aceptación se prolongó más de lo pensado, producto de la coyuntura que generó el inicial semestre de la anterior temporada donde el manejo de la pandemia fue de los mejores del mundo con efectos prácticamente inigualables en la región y con acciones concretas que construyeron – a pesar de los daños inexorables – éxitos y sus consecuencias en casi todas las áreas, con fuerte hincapié en la educación y políticas sociales. Es una realidad que luego pasada la incertidumbre y paranoia que ocasionó la llegada del Covid-19, el territorio nacional pudo tener no una vida “normal” pero si algo muy parecida ella y mejor de lo que esperábamos. Hay dos realidades en este tiempo citado. La primera: los partidos de gobierno y principalmente el candidato ganador hicieron su campaña centrados en una hoja de ruta para el país en el que entre tantos objetivos pautados estaba el no aumento de impuestos, baja de tasa de desempleo, reducción del déficit fiscal, por dar ejemplos de desafíos; lo cual hasta ahora – sería absurdo esperar frutos a la vista en menos de un año –no parecen tomar rumbos, debido a que ineludiblemente pasó lo contrario. La segunda: el arribo del virus en aquel marzo desvirtuó íntegramente lo trazado para el quinquenio. La ministra de Economía, Azucena Arbeleche proclamó que los fines establecidos, a considerar de todo, siguen en pié. Pareciera que al Poder Ejecutivo le será muy cuesta arriba concretar lo especulado.
A no muchas horas de cumplir el año de gestión, el gobierno comenzará a transitar sus nuevos días, donde la exaltación se transforma en una postura de pensamiento más crítico por parte de la sociedad, los índices de aprobación tornaran en niveles de medianía, dependiendo siempre del desempeño gubernamental. De ahora en más, cada acierto será captado con menor frenesí y los errores tomarán mayores juicios. Comienza a emigrar de nuestro imaginario colectivo el entusiasmo de los pasados meses.