Por el Esc. Gustavo Varela
Muchas veces he sido muy crítico, con los (in)sucesos ocurridos, en los gobiernos de otro signo político que el que profeso, que tienen que ver con el uso y abuso de los bienes del Estado, o sea los bienes de todos, para beneficio propio o del partido de gobierno.
Permítanme decirles que no soy de los fundamentalistas, que creen que los buenos están de un lado y los malos del otro. Que algunos cometen errores y otros horrores.
Que cuando se toman decisiones, las cosas pueden salir bien, regular, o pueden salir espantosamente mal.
En la viña del Señor hay para todos los gustos.
En todas las administraciones, en propias y ajenas, se ven los vivos, los avivados, y los abombados, que actúan en beneficio propio, en el de la fuerza política que integran, o que despilfarran los recursos, como dije, de tontos que son.
Lo que sí tengo claro, es que sea por una razón o por otra, hay que actuar inmediatamente, pues un gobernante no solo tiene que ser claro, probo y responsable con el dinero del pueblo, sino también parecerlo.
Lo peor es barrer para adentro, esconder lo que ocurre, o culpar al mensajero, pues esas son prácticas de los hipócritas, mercaderes de lo peor del sistema político.
En ésta última semana, han ocurrido tres hechos en la administración nacional, que no debe permitirse que ocurrieren.
Almuerzos muy caros, engrapadoras carísimas, y declaraciones de un jerarca de ASSE, jactándose de determinadas situaciones, que dan vergüenza ajena, que no debieron ocurrir, y que no pueden repetirse en el futuro.
Gracias a Dios desde Presidencia se actuó rápidamente, intentando corregir rápidamente los tres “errores u horrores”, como se los quiera llamar.
Me duele, como militante del Partido de gobierno lo ocurrido, pues por esas causas, los gobiernos se van horadando en su credibilidad.
Basta mirar los casos de administraciones anteriores, para darse cuenta que, permitir que ocurran esas prácticas, llevan al desprestigio a los gobernantes, ante la gente que sufre y lucha diariamente para parar la olla, o que se sacrifica para educar a sus hijos para el futuro.
Me enorgullece, y aplaudo, la rapidez con que se ha actuado hasta ahora, en todos y en cada uno de los casos que ocurrieron en lo que va del período.
Así es la forma en que hay que encararlos, con los propios, como así también con los ajenos.
Ojalá que no vuelvan a ocurrir, aunque hay que entender que los gobiernos están integrados por seres humanos, que cargan sobre sí con sus virtudes y con sus miserias, y que es imposible detenerlos previamente.-
Lo que se puede y debe de hacerse por parte de las jerarquías, es enmendar los daños que causan los vivos, los avivados, o los abombados.-
A esos, ni un minuto más.-
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