viernes 29 de marzo, 2024
  • 8 am

La despedida de dos Caudillos: Malaquina y Sanguinetti

Dr. Pablo Perna
Por

Dr. Pablo Perna

138 opiniones

Por el Dr. Pablo Perna
Era setiembre del 2020, Julio María Sanguinetti previo a las elecciones departamentales, con sus 84 años y en plena pandemia de Covid campeando a sus anchas, siendo población de riesgo, decide seguir dando lucha por su país y por su glorioso Partido Colorado, por lo que sale de la Capital decidido a realizar una gira en apoyo a los candidatos a las Intendencias pertenecientes a su colectividad.
De esta manera el Dr. Carlos Rattín y quien escribe, éramos los responsables de ejecutar su agenda durante los dos días que permaneciera en nuestro Departamento. La única condición que nos había impuesto era que la primera reunión que mantuviera fuera con su amigo de todas las horas Esc. Eduardo Malaquina; ese fue el condicionamiento y así lo ejecutamos, para luego seguir con la gira y mantener reuniones con los candidatos: Leal, Coutinho y Feris.
De esta manera del Hotel Horacio Quiroga nos dirigimos como primera parada obligatoria hacia Arenitas Blancas; allí Malaquina lo esperaba en su casa, los que se enlazaron con un estrecho y fuerte abrazo; de esta manera comenzaba la reunión entre los dos caudillos. Lo que se conversó en aquella reunión quedara en la memoria imborrable y privacidad de la misma, pero lo que si debe quedar registrado es la despedida que se dieron, que evidentemente fue la última y que a sabiendas ambos la sospecharon.
Al salir de la reunión, ya dispuestos a subir a los vehículos, Malaquina era acompañado de la mano de su esposa, al momento que Sanguinetti se arrima a abrir su puerta, el escribano suelta abruptamente la mano de Tere y se lanza fugazmente para abrírsela; Julio lo mira firmemente a los ojos y le manifiesta “¡Cuídate Flaco!”, ante los ojos humedecidos le responde: “¡Chau Julio!”, y este contesta con la intensidad emotiva de la presunta última despedida: “¡Chau Flaco!”. Malaquina le cierra la puerta y solemnemente queda parado mirando como lentamente se retiraba su amigo.
De esta manera se despedían los dos caudillos vivos que han escrito la historia del Uruguay de los últimos años; Sanguinetti quien fuera Senador y Ministro previo a la Dictadura y protagonista de ponerle fin a la misma, fue el primer Presidente Democrático, siendo electo nuevamente en 1994; también fue el artífice de que hoy Luis Lacalle Pou sea el Presidente por el Gobierno de la Coalición; actualmente es la autoridad máxima del Partido Colorado. Es verdaderamente admirable su vida por vivirla intensamente.
Mientras que Sanguinetti escribía las páginas de la historia Nacional, a su lado Malaquina escribía las páginas de historia del Departamento de Salto. Malaquina quien también fuera previo a la Dictadura legislador departamental, se transformaba luego de la misma en el primer Intendente de Salto en democracia en 1985; siendo reelecto en dos oportunidades más, en el 95 y 2000. Durante su Gobierno continuamos con el “orgullo” de ser “salteño”, un Departamento que se distinguía del resto del país por ser la “segunda capital”. Teníamos la tasa de desempleo más baja y la tasa de ingreso por persona más alta; de inseguridad no se hablaba, en cuanto era algo excepcional. Prosperó el Turismo, se dinamizaron las Termas del Dayman y Arapey, se cuidaba los espacios verdes al mejor estilo europeo, con sus fuentes relucientes; hasta se procuró que las tres entradas o “puertas” (trabajo, sabiduría y prudencia) se encontraran relucientes para que todo visitante no se confundiera que estaba ingresando a Salto. Hoy el que corre o camina por las costaneras por las sendas peatonales, las construyo Malaquina, previo haber controlado la erosión de las costas. Proyectó el Parque Agroindustrial y creo el primer CAIF del país.
Hoy miles de estudiantes, profesionales universitarios y docentes deben a Malaquina sus estudios, en virtud que fue el impulsor no solamente de los Hogares Estudiantiles y becas, sino que también fue el creador de ambos edificios, el de la Universidad de la República y del CERP, por lo que deberían llevar su nombre para realizarle un merecido y justo reconocimiento.
Nada ha sido casualidad, todo ha sido el fruto del trabajo y esfuerzo de profesionales de la vida y la política, no improvisados. Te recordaremos por siempre al hijo predilecto de Salto. ¡Viva Malaquina!