jueves 25 de abril, 2024
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Lo que llamamos libertad

Gustavo Varela
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Gustavo Varela

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Por Gustavo Varela
En los últimos 15 años de nuestra historia, y al influjo de un espectacular viento de cola exterior, que empujó las “economías productoras de materias primas” y tapizó de recursos las alcancías de los diferentes gobiernos, y principalmente a partir del gobierno del Presidente Mujica, asolaron sobre nuestro continente, administraciones, que intentaron llevarse por delante, los ordenamientos jurídicos que regulan las relaciones entre las sociedades. Basta recordar al recordado Presidente Venezolano Chávez, gritando a viva voz, “exprópiese” paseándose sobre las calles de Caracas, o al tristemente célebre “lo político, sobre lo jurídico” de Mujica, que celebraran a viva voz, quienes creían ver en el viejo guerrillero, al Zeus, o Júpiter de los dioses griegos, de estos lares.
Esas actitudes avasallantes del ordenamiento jurídico, que regula las relaciones entre los integrantes de las sociedades, repito, al influjo de la gran billetera que tuvieron a disposición, fue permeando hacia las diferentes Instituciones, que también ellas son reguladores de la relaciones sociales.
Así aparecieron los piqueteros, cortando calles o rutas con el beneplácito de las autoridades; las roturas de vidrieras o pintadas de edificios en las diferentes marchas custodiados por la autoridad, o las recordadas ocupaciones de empresas, con pérdidas económicas sustanciales, sin que nadie diga nada.
El Estado, arrogándose el derecho de decidir por encima de las leyes, y a pesar de la existencia de las normas jurídicas, de la manera que el jerarca de turno quiera, y según el humor con que se levante el día de la decisión.
Como los viejos emperadores romanos, decidiendo con su pulgar, quien vivía y quien moría.
El Estado es el primero que se tiene que someter al imperio de la Constitución y la Ley, pues es la garantía para que los ciudadanos, que son la parte más débil del contrato social, tengan la seguridad que sus derechos no van a ser vulnerados o pisoteados, por la discrecionalidad de la autoridad.
¿La gente tiene que defender y reclamar sus derechos?
Si.
Pero también deben de reconocer, que tienen deberes que cumplir, y uno de esos deberes, es respetar el derecho ajeno.
El Estado también tiene derechos para reclamar de los ciudadanos, y lo debe de hacer, pero fundamentalmente tiene deberes, y uno de ellos es respetar el derecho de las personas.
La diferencia entre el derecho público y el privado, es que el Estado sólo puede hacer lo que la ley indica, en cambio el derecho privado indica que las personas pueden hacer todo lo que quieran, salvo lo prohibido o reglamentado por ley.
Los ciudadanos no debemos de permitir, y lo tenemos que denunciar a viva voz, cada vez que el Estado pisotea nuestros derechos, y nos tenemos que someter, ineludiblemente, ante la ley.
A eso le llamamos Libertad.