viernes 19 de abril, 2024
  • 8 am

El síndrome adámico

Gustavo Chiriff
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Gustavo Chiriff

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Téc. Univ. Gustavo Chiriff
1001- Frente Amplio
La historia, para los cristianos, dice que Adán y Eva, cuando ambos desobedecieron las indicaciones de Dios, Adán le echa la culpa a su compañera por convencerla de comer la manzana y a su vez Eva culpa a la serpiente. Este padecimiento, consiste en cómo las personas le echan la culpa a los demás de situaciones que acontecen, de manera que salgan ‘limpios’ de la situación. Esto es algo muy común, se vive día a día y lo malo está en caer en el error de echarle la culpa a todo el mundo de lo que te sucede en la vida y no reconocer cuando algo ocurre por alguna falta propia o, en algunos casos, por tomar malas decisiones.
En realidad, el victimismo crónico no es una patología, pero podría desembocar en un trastorno paranoide, cuando la persona insiste en culpar continuamente a los demás de sus malas decisiones.
Desde el inicio de la pandemia, el gobierno nacional decidió no decretar cuarentena obligatoria sino «exhortar» a la población a quedarse en casa, lo que despertó críticas de la comunidad científica. La estrategia de dejar que cada uruguayo se haga responsable se sumó a la suspensión de eventos públicos, clases presenciales, y el cierre de centros comerciales y de algunas fronteras.
Se especuló con las vacunas, se demoró en adquirirlas y por mientras se sentó a ver qué pasaba mientras se dedicaban a consolidar su programa económico neoliberal, aumentando las tarifas públicas, anulando las rebajas impositivas a las compras con tarjeta, bajando los sueldos y jubilaciones, y recortando los gastos del estado, incluyendo el gasto social. Además, impulsó la Ley de Urgente Consideración (LUC) y envió una Ley de Presupuesto, restrictiva del gasto público, especialmente del gasto social y del gasto de la educación, la investigación científica y la Universidad. Y todo esto lo hizo echándole la culpa al gobierno anterior.
Con respecto a la economía, salió echando culpas a los países socios del Mercosur y tildándolos como un “lastre” para el Uruguay, luego acusando al gobierno argentino de no autorizar el dragado del puerto de Montevideo a 14 metros y comprometer así el mercado externo uruguayo, cuando lo acordado en 2018 -gobierno macrista por entonces de este lado de la orilla- fue 13 metros. Se siguió echando culpas.
En tanto que, ante el avance descontrolado de la pandemia, desde el gobierno uruguayo apuntan a los médicos de querer desestabilizar el país sólo por pedir mayores medidas para evitar la propagación de virus y alertar de lo dramático de la situación.
Recientemente el presidente Luis Lacalle Pou, manifestó que «algunas de esas muertes podrían haber sido evitables, con otras conductas podrían haber sido evitables», en referencia a los decesos por COVID-19. Ahora es la culpa de los uruguayos de morirse por COVID. El presidente y el gobierno tienen que asumir la situación que viven miles de uruguayos, dejar la soberbia y arrogancia y aceptar abrir un dialogo nacional de propuestas que vayan en procura de atender no solo la emergencia sanitaria, sino también la social las cuales no paran de agravarse y lo que hoy está en juego es la vida y ya basta de echar la culpa a los demás.
El 14 de junio de 2019, en el Sportivo Club Olimpia de Melo, Luis Alberto Aparicio Alejandro Lacalle Pou, decía: “Lo que no puede hacer el próximo gobierno, es no tener la culpa, no poner excusas, estoy cansado de un presidente que nunca tiene la culpa de nada, siempre tiene una excusa para no hacer las cosas, nunca un ministro renuncia con un mínimo de decencia para decir que se equivocó». No resiste archivo