jueves 21 de noviembre, 2024
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La rebeldía de la República del Salto

Leonardo Vinci
Por

Leonardo Vinci

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Por Leonardo Vinci.
El Dr. José María Fernández Saldaña ejerció durante siete años el cargo de subdirector del Archivo y Museo Histórico Nacional.
Conocedor de nuestro pasado, fue el coautor de la Historia general de Salto (1919), y sus apuntes resultan una valiosa fuente de información de nuestro rico ayer, a los que recurrimos periódicamente.
En una de sus páginas decía nuestro coterráneo que «Los salteños hemos sido y continuamos siendo- felizmente- gente de mal arrear. Una vez nos declaramos- sino independientes- cuando menos autónomos.»
A propósito del curioso episodio, Eduardo Taborda- que era un periodista y minucioso compilador del anecdotario salteño- contaba que los hechos ocurridos en 1855 fueron de tal magnitud que llevaron a que el pueblo, con absoluta prescindencia de Montevideo organizara sus autoridades.
La Junta Económica Administrativa, en sesión plena del día 7 de Setiembre «bajo la presidencia del presbítero Errausquín, declaró reasumir la representación de la soberanía nacional, en la parte que le tocaba, y apoyar al gobierno provisorio constituido en la capital por Don Luis Lamas».
Y precisamente, debido a tan peculiar situación, Fernández Saldaña recordaba que Benigno Paiva, en Montevideo, hablaba siempre entre broma y broma, de la «República del Salto».
Probablemente el historiador se refería a un distinguido profesor, fundador de la «Sociedad universitaria» (1875) y primer catedrático de cosmografía en nuestra universidad.
Por muy llamativo que parezca, sucedieron en Salto otros hechos de esta naturaleza.
Sobre los «mal arreados» escribía el historiador «Sea como sea, desde tiempo atrás hasta estos últimos días, los hechos prueban los dichos. En 1856 el Jefe Político que nos había mandado el Presidente Pereira, el entrerriano Comandante Lucas Píriz, le escribía al jerarca respecto de nosotros: «No respetan- Excelentísimo Señor- sino al que tienen miedo. Los buenos consejos, la urbanidad, las consideraciones, lo atribuyen a debilidad. Y son muy audaces».
En 1886, con motivo de un contrato de nuevas chapas de numeración que había celebrado el gobierno de Montevideo con un Señor Carril y cuyo contrato los salteños consideraron lesivo a los intereses locales, los ánimos se enardecieron.
Una crecida manifestación organizada frente al viejo Casino Comercial uruguayo- encabezada por el conocido comerciante Don Aurelio Cuenca- se presentó ante el Jefe Político, el entonces Coronel Teófilo Córdoba, para significarle que no se permitiera colocar los números nuevos. Éste les prometió que interpondría su influencia ante el gobierno, y adelantó que la suspensión de la nueva gabela- que originaba la protesta- cuando menos, podía darse por concedida.
Es de mencionar que como gobernante y vecino, Córdoba fue el principal impulsor del Teatro Larrañaga, colocó la piedra fundamental del «Hospital de la Caridad», trabajó arduamente por la ampliación de la Iglesia Nuestra Señora del Carmen, por el Edificio del Juzgado, el Hipódromo y la Capilla del Cementerio.
Volviendo a nuestro relato digamos que en ese entonces, tras la promesa de Córdoba, los «rebeldes» salteños tomaron rumbo a las Imprentas de «El Bien» y «Ecos del Progreso», que apoyaban las justas protestas locales, haciéndolas objeto de entusiastas manifestaciones de solidaridad.
El Salto de aquel tiempo, estaba compuesto mayoritariamente por inmigrantes franceses, españoles e italianos, por lo que la manifestación fue acompañada por la banda de música de la Sociedad «Unión Artesanos» tocando «La Marsellesa», el «Himno de Riego» (creado en 1820 para propagar la causa liberal) y otros acordes entusiastas.