jueves 25 de abril, 2024
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El fútbol y la política…

Juan Carlos Ambrosoni
Por

Juan Carlos Ambrosoni

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Por Juan Carlos Ambrosoni
La historia de nuestro país es muy corta. Tan prematura que si uno quiere establecer un punto de partida de nuestra existencia podría ser el Grito de Asencio en febrero de 1811, dando como resultado la humilde cifra de 210 años. Dos siglos, poquito más de la mitad de lo que duró el Zarismo en el imperio Ruso (solo un tipo de gobierno de los que rigieron), o 210 primaveras contra 5.800 inviernos Chinos. Realmente el Uruguay es muy pequeño comparado con el resto del planeta, no exclusivamente geográfica o demográficamente, sino culturalmente.
Hace más de 130 años que en este territorio una pelota de cuero rueda por nuestras calles, campos, escuelas y lugar que se le ocurra. Junto a ella, multitudes se divierten y otras iguales observan detenidamente como los anteriores corren detrás de ese simple esférico, el factor común entre estos jugadores e hinchas es la euforia. El mismo júbilo qué desde ya un siglo y medio los partidos políticos fundacionales también atrae consigo con los ciudadanos que los persiguen, forman o alientan sus ideales.
Generaciones y generaciones de uruguayos han crecido con la prédica de este deporte y de esta actividad. La popularidad y fundamentalmente la necesidad de la última es irrefutable por motivos democráticos que nos han inculcado, y el fútbol, increíblemente, se ha transformado en nuestra bendita tierra en lo que un día el italiano Arrigo Sacchi exclamó… “El futbol es lo más importante entre las cosas menos importantes de la vida”.
Incontables son las discusiones en buenos o malos términos que se han consumado en nuestro paisito, ya sea por el resultado de un match o por lo que haya decidido el gobernante de turno. La particularidad que hay detrás de estas pintorescas escenas que se dan en cualquier ámbito de nuestra sociedad es que uno siempre piensa la razón. Hay una realidad, el uruguayo promedio defiende a capa y espada sus ideales o a su equipo, porque cree ciegamente ir con la verdad.
La evolución de esta sociedad dependerá de quienes nosotros elegimos en una urna. A ese desarrollo tan deseado de la comunidad también la vemos reflejada en el fútbol y en la política (dándonos cuenta de ella, fiel reproducción del cambio obtenido). ¡La cultura tampoco es estática, se transforma y avanza! A las pruebas está. Una clara imagen de ello es el rol de la mujer en ambos campos. Con el pasar del tiempo han logrado ganarse su lugar en las dos actividades, como además lo han hecho en el ámbito universitario por dar otro ejemplo, dejando atrás parte del machismo tácito de nuestra educación.
Somos diminutos culturalmente se menciona al principio. Dos campeonatos mundiales y 15 copas Américas nos ponen en la cumbre mundial del fútbol; por su lado, la mejor democracia de Sudamérica y una de las mejores del planeta también nos colocan en la élite de lo más sagrado que puede tener el ser humano: libertades.
Seremos chicos, si, pero nuestra idiosincrasia es nuestro principal capital, y vaya que muchos quisieran tenerlo. Mientras la política y el fútbol no pasen de moda, el Uruguay seguirá siendo envidia en todo el planeta. Seguiremos luciéndonos gigantes entre las cosas más y menos importantes…