sábado 20 de abril, 2024
  • 8 am

El clima y el covid-19

César Suárez
Por

César Suárez

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Por el Dr. César Suárez
La conducta del clima, suele ser un tema de conversación absolutamente inútil, porque no arreglamos nada, pero por lo menos sirve para hablar de algo y “romper el hielo” cuando no hay nada para decir.
La pregunta obligada es “¿qué me dice de este tiempito?” y a partir de ahí comienzan sesudas elucubraciones que al final quedan en nada porque el clima termina por hacer lo que se le antoja.
Cuando yo era chico y vivía en la campaña, calcular el comportamiento del clima era complicado, apenas sabíamos que en verano hacía calor y en el invierno frío, que había un momento para plantar cada cosa y que era probable que en invierno lloviera más que en el verano, pero estábamos sujetos a los caprichos de la naturaleza y apenas nos enterábamos un rato antes, a través de los truenos y los relámpagos que se iba a poner a llover.
También sabíamos, que, en materia de cosecha, solía haber un año bueno y tres malos que echaban por tierra toda la alegría y los recursos del aquel año de bonanza.
Ahora, las cosas han cambiado porque a través de los satélites atmosféricos nos enteramos con bastante anticipación como va estar el clima varios días después y es posible tomar ciertas precauciones para evitar ciertas consecuencias.
Esa globalización hacia la que viene avanzando el mundo, nos permite estar enterados al instante lo que sucede en el resto del mundo y a través del incesante progreso de los medios de comunicación, solemos saber con cierta anticipación, lo que se viene, tanto en la moda, en la tecnología, en el comercio, en la política y como somos parte de la globalidad, podemos intuir como podría afectarnos y si tenemos cierto grado de previsibilidad, nos permite acomodar el cuerpo para lo que se viene.
La noticia que, ocupado todos los medios desde hace casi dos años, es la pandemia COVID.
Al instante sabemos lo que está pasando en cada lugar y al instante también, sin necesidad de ser demasiado lúcido, sabemos la que se nos viene después.
Históricamente en Sudamérica, vivimos con cierto atraso en la tecnología que en su mayoría se genera en China, Japón, Corea, Israel, Estados Unidos, Rusia, y en Europa en general, y aquí que sólo producimos materia prima que exportamos en bruto, los adelantos tecnológicos nos llegan con cierto atraso.
También nos sucede lo mismos con ciertas epidemias como pasó con el SIDA, y como sucede hoy con el COVID-19, Se instaló primero en China, en Europa y en Estados Unidos y transcurrieron varios meses y nosotros, desde aquí, la mirábamos de afuera y hasta pensábamos ilusamente, que a nosotros no nos va a afectar, hasta algunos creían que por ser uruguayos, el virus no se iba a meter con nosotros, y obviamente, como era razonable de esperar, no solo se metió con nosotros, sino que nos “dio vuelta” hasta ponernos por varias semanas como los peores del mundo.
Ahora, felizmente, la inmunización con vacunas ha alcanzado un extraordinario nivel de adherencia que nos pone a la cabeza en el mundo como un ejemplo teniendo como consecuencia una disminución dramática de casos a nivel país.
Que todo llegue tarde a esta región, en ocasiones es una bendición y para el caso de esta epidemia, es fundamental porque podemos, basados en experiencias de los que padecieron antes que nosotros, sacar conclusiones para que nonos pase lo mismo que ellos.
Pero ahora resulta, que, en Europa, ya desde hace varias semanas circula la variedad Delta de virus y hasta los países que han inmunizado mejor que nosotros (tal el caso de Israel), se ha iniciado una nueva ola a causa de esta variedad.
Nosotros, que sabemos todo eso, como país, permitimos que los uruguayos que querían se fueran a pasear a Europa y a Estados Unidos, y como no podía ser de otra manera, muchos están regresando con esa nueva cepa “importada”, cincuenta por ciento más infectante que las otras variedades, y si algo faltaba, se permitirá reuniones bailables multitudinarias en la “nostalgia” para que los que ya trajeron esta variedad al país, puedan comenzar a repartirla bajo el eficiente método de la “libertad responsable”
Todas estas imprevisiones, podrían suceder en las épocas que yo era chico y no teníamos la manera de prevenir nada, pero ahora que disponemos de toda la información de lo que nos va pasar con muchas semanas de anticipación, permitir que todo transite alegremente sin hacerle caso los pronósticos inexorables, parece ser, que el menor calificativo que le corresponde, es negligencia.