sábado 23 de noviembre, 2024
  • 8 am

Valorar el regalo

Padre Martín Ponce de León
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Padre Martín Ponce de León

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Por el Padre Martín Ponce De León
Nunca llegamos a valorar, debidamente, el don de la vida.
Nos acostumbramos a tenerla.
Nos acostumbramos a convivir con ella.
Es así que no valoramos, adecuadamente, la grandeza de tal don diario y continuado.
Miremos por donde miremos, en la vida, todo es don.
Desde el inicio mismo todo, en la vida, nos habla de gratuidad y donación.
Un regalo que, por más compleja o difícil que pueda resultar, ella siempre nos presenta sobradas razones para que debamos ser agradecidos.
En oportunidades, nos sucede, que, ante acontecimientos difíciles, nos olvidamos de mirar en todas las direcciones.
Siempre vamos acumulando realidades que nos van haciendo ser lo que somos.
Por una lectura de nuestra historia personal o por la acumulación determinada de nuestras historias de vida vamos siendo lo que somos.
Realidades que nos llegan, nos rozan o nos impactan de lleno.
Pero siempre son realidades vividas.
También cargamos con ese futuro con el que todos soñamos.
Un futuro que siempre está cercano pero, también, siempre se nos aleja un poquito más.
El futuro siempre está ubicado en nuestro horizonte por ello siempre nos resulta casi inalcanzable pero razón para nuestro caminar.
Jamás podemos olvidad que el futuro no es un algo puramente de mañana sino que se comienza a construir en el ayer.
La vida es una increíble unidad.
Es por ello que no podemos mirarla como si fuese una sucesión de momentos aislados.
En esa totalidad tenemos mucho para agradecer.
Pero, también, en los momentos puntuales encontramos mucho para agradecer.
Aún los momentos difíciles nos ofrecen, si lo sabemos ver, razones para agradecer. Pero, por muy diversas razones, no solemos vivir con la gratitud a flor de piel.
Solemos estar más pre- ocupados que ocupados.
Solemos añorar más que valorar lo que tenemos y somos.
Solemos utilizar lo que tenemos pero no solemos disfrutar de ello.
La vida no es fácil, de ello a nadie le ha de caber la menor duda, pero, también, la vida nunca es tan compleja como nosotros solemos pintárnosla.
Simplemente hay que saberla vivir y ello implica ser reconocidamente agradecidos.
Para que ello sea pleno debemos tener una actitud vital adecuada.
Ello implica reconocer que la vida es un regalo y no un logro personal.
Ello hace que uno deba saber valorar lo que uno es.
Ello es saber poner al servicio de los demás lo mejor de uno mismo.
Ello es disfrutar verdaderamente de la vida.
Disfrutar no es hacer lo que uno quiere.
Disfrutar no es derrochar la vida.
Disfrutar no es malgastar lo que somos.
Disfrutar es luchar por la vida en todas sus manifestaciones.
Disfrutar es respetar la vida en todos sus momentos.
Disfrutar es promover la vida haciendo que los otros se sientan personas.
Disfrutar es no dar batalla pedida.
Para ello debemos estar muy convencidos de que valemos.
No por nosotros mismos sino por quien nos hizo ser lo que somos.
Estar convencidos de que valemos no por nosotros sino por todos aquellos que nos ayudaron a ser lo que somos.
Valorar la vida es un acto de reconocimiento para con Dios y para con los demás.
Valorar la vida es nunca bajar los brazos.
Valorar la vida es siempre saber que alguien nos espera y necesita.
Debemos saber valorar ese obsequio que Dios pone en nuestras manos para que luchemos por ella.
Debemos saber valorar la vida antes de que sea demasiado tarde.