Por Leonardo Vinci.
En el Uruguay el Batllismo fue pionero en impulsar reformas sociales.
En esta materia se destacan las leyes de 8 horas y de accidentes de trabajo, la creación de los liceos departamentales en cada capital o la gratuidad de la enseñanza secundaria y universitaria; la creación del Instituto de Protección al Menor y las Pensiones a la Vejez, las Asignaciones Familiares y los Consejos de Salarios.
En tiempos recientes, corresponde señalar la aparición de los CAIF: extraordinaria conquista social.
Su creador, el Dr. Julio María Sanguinetti recordó que el proyecto «nació como una necesidad imperiosa que se convirtió en una política de Estado».
Dijo, además, que el plan formó parte de una «tradición de democracia con solidaridad social» del Uruguay.
Manifestó que en 1985, cuando asumió por primera vez la Presidencia de la República, «había una situación social comprometida» y se apeló al desarrollo institucional de la labor que cumplían antes las cuidadoras para la atención de la primera infancia en situación de pobreza.
«Aquella experiencia fue exitosa y siguió hasta hoy. Las políticas sociales son buenas cuando se sostienen en el tiempo», agregó.
Salto tuvo el honor de inaugurar el primero de los CAIF del Uruguay durante la gestión del Escribano Malaquina.
Estos Centros fueron concebidos como ámbitos de colaboración entre el Estado y organizaciones civiles, para ampliar las políticas públicas en materia de protección a los niños y a sus familias, sobre todo en las zonas socialmente más vulnerables.
Sobre el particular, ha escrito el ex Presidente que «En aquellos años el 3,3% de los hogares de Montevideo estaba en situación de extrema pobreza; la cifra ascendía 6,4% en el interior. Cinco años después, esas cifras habían bajado a 1,3% y 1,8% respectivamente, y a 0,7% y 0,8% en el año 2000. Estos resultados no fueron un clavel del aire. Se inscribieron en una política general de combate a la pobreza que permitió bajarla de 46% a 26% de la población entre 1985 y 1990. Con la reforma educativa de 1995, al tiempo que se expandían los CAIF, se lanzaban programas tan sustanciales y exitosos como el de universalización de la educación preescolar de los niños de 5 años y avanzar sustancialmente en aquella para los de 4.»
Se trata, entonces, de una continuidad histórica del Batllismo, en todas sus etapas: la de Batlle y Ordóñez, la de Amézaga y la de Luis Batlle, y también la de los últimos años. La preocupación social, sustento también de la democracia, está en el corazón de esa ideología que sólo podía enraizar en la tradición liberal del Partido Colorado, bien opuesta a la concepción de lucha de clases sostenidas por el socialismo. Del mismo modo, en la otra frontera, el viejo concepto caritativo, filantrópico, referido a la benevolencia del más pudiente y propio de la visión conservadora, se transformó —a partir de aquella etapa pionera— en la moderna concepción de seguridad social que hizo del Uruguay lo que fue y tendrá que volver a ser.
Al celebrarse en estos días un año más de la inauguración del primero de estos Centros que atienden a más de 50.000 niños en el país, estamos orgullosos de haber formado parte del gobierno del Dr. Julio María Sanguinetti y de haber participado en la creación del Plan CAIF.
Columnistas