martes 16 de abril, 2024
  • 8 am

La Banda de música.

Leonardo Vinci
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Leonardo Vinci

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Por Leonardo Vinci.
Allá por 1886, la población de Salto, estaba compuesta mayoritariamente por inmigrantes franceses, españoles e italianos.
Existía una banda de música de la Sociedad «Unión Artesanos» que desfilaba por la calle principal, abriendo la marcha en ocasiones especiales, interpretando «La Marsellesa», el «Himno de Riego» y otros acordes entusiastas.
Tras haberse fundado la «Sociedad Italiana de Socorros Mutuos», surgió en dicha Institución una Comisión Humorística, creándose la «Banda del Siamo Diversi»
Recién en el año 1898 cobra fuerza dicho proyecto y el conjunto pasa a ser dirigido por el Maestro César Sesso, quien había llegado a nuestra ciudad para hacerse cargo del mismo, según lo menciona la Comuna en su página electrónica.
El recordado Dr. Néstor Albisu escribía hace varios años en estas páginas, que imaginaba «la Aldea de Salto en 1899 con menos de 20.000 habitantes, pero ya con tremendo empuje. Empedrada la flamante calle Real (Uruguay), el Gobernante Manuel Cañizas ordenó realzar la nueva iluminación eléctrica de la misma, transformándola con farolitos chinos. Encargó a uno de los prácticos que viajaba semanalmente a Buenos Aires que comprara lo necesario y para esperar el Nuevo siglo, el Gobernante y sus colaboradores decoraron la principal avenida con los faroles. Con expectativa la población salió en carruajes o a pie (faltaban 5 años para que Garrasino trajera el primer automóvil). Pero una sorpresiva tormenta destruyó la decoración. La población con planes de salir, lo hizo igual. Entonces, los gobernantes sustituyeron el espectáculo de los faroles chinos con la Banda «Siamo Diversi». Con precaución- por el adoquinado mojado- bajaron de Plaza a Plaza. Salieron con la Marcha a Garibaldi, siguieron con Himno festivo de Mammelli, llegando bajo ovación a la Plaza vieja con La Marsellesa. No era lo que los salteños habían salido a ver, pero la banda justificó esa noche especial.»
Con el correr de los años, y debido a dificultades económicas para sostenerla, la «Siamo Diversi», se transformó en «Banda Popular», y pasó a ser sostenida con aportes de los comercios de nuestra ciudad y otras colaboraciones, incluyendo una ayuda del municipio.
En el año 1935, la Intendencia se hizo cargo de los costos originados por la Banda, pagándole a los músicos un «caché», es decir un monto de dinero que se le entregaba a los músicos por sus actuaciones.
A principios de los 60, a instancias del Arq. Barbieri, fueron contratados los músicos y pasaron a ser funcionarios municipales, sistema que se mantuvo hasta nuestros días.
La Banda tuvo sus momentos de esplendor, especialmente bajo la dirección de Don Bautista Peruchena, hasta que las dificultades económicas se hicieron sentir y en la actualidad, el conjunto no está actuando por hallarse incompleto.
¿Cuál es el futuro de la Banda?
1- Mantenerla con menos de 20 músicos a un costo de (aproximadamente) unos U$ 900.000 (novecientos mil dólares norteamericanos) por quinquenio.
2- Disolverla, sin que ningún funcionario pierda su empleo, transformando aquellos cargos que fuesen necesarios.
3- Reconvertirla en una gran Orquesta Sinfónica a cargo de una Organización No Gubernamental (ONG)
En este último caso, el sistema funcionaría como en los años 30, pagándole por actuación a sus integrantes.
Sin duda, los salteños disfrutarían de un gran espectáculo cada vez que actúe la Sinfónica.
Los músicos vocacionales tendrían una gran oportunidad, ya que no importaría su situación personal, porque podrían ser activos o pasivos, trabajar en la actividad pública o privada, ser patrones o empleados, en fin, todos podrían integrar la Sinfónica.
Por otra parte, la Orquesta podría ser contratada por diversas Instituciones o Empresas, no solamente por la comuna.
La Sinfónica se convertiría en un indiscutido atractivo cultural y turístico.
Salto debe pensar cual será la mejor solución para la Banda.
Si se sigue como hasta hoy, terminará desapareciendo.
Y si se va a mantener como está prevista presupuestalmente, costará una cifra cercana al millón de dólares por período de gobierno.
¿No será mejor reconvertirla?