viernes 26 de abril, 2024
  • 8 am

La columna infiltrada

¿Era un mito o una realidad que Luis Alberto de Herrera era nazi?
¿Por qué los judíos eran batllistas en la primera mitad del siglo XX?
Múltiples variables inciden en esta realidad que Wilson Ferreira Aldunate proponía “enderezar”, aunque fue Luis Alberto Lacalle quien logró “aclarar el malentendido”. Tan real como paradójico es que fue el gobierno de izquierda el que acogió más judíos en su seno.
¿Judíos batllistas versus herreristas nazis?
A nivel político, cuando a un judío se le preguntaba qué era, decía que era de Peñarol y colorado”, atestigua Bernardo Olesker. Él mismo comprobó al bajar del barco y pisar por primera vez tierra uruguaya cómo aquel país de principios de siglo respiraba política. “Los gobiernos eran colorados. Entonces, cuando bajábamos del barco nos decían: ¡Ud. es colorado y de Peñarol! ¡No sabíamos qué era una cosa y la otra! Pero todo estaba en una situación política bipartidaria, completamente distinta a la de hoy. La fuerza del Partido Nacional era el herrerismo. Y quienes escribían en El Debate eran claramente antisemitas”. En su intento por decodificar la realidad que los rodeaba se formulaban la misma pregunta que hoy: “¿A qué se debe? ¿Por qué?
Herrera era fundamentalmente anti yanquis y los judíos eran pro yanquis, porque Estados Unidos era la meca para el judaísmo en el mundo. Entonces en esa época el antisemetismo que expresaba ese herrerismo era muy fuerte”.
Los devenires de la segunda guerra mundial palpitaban en la calle y los órganos de expresión: “Yo pasé todo eso”, explica Olesker. “Con el diario El Debate teníamos muchos problemas, un enfrentamiento muy duro. Absolutamente. En la época de la guerra lógicamente los judíos estábamos jugados a los aliados, y el Sr. Guadalupe y su diario, y Herrera, estaban jugados al eje. Notoriamente el eje significaba el antisemetismo, lo que les estaban haciendo a los judíos en Europa. Pero Herrera no era el Presidente, por suerte era Luis Batlle, quien fue un gran amigo de los judíos.”
Que la colectividad judía era principalmente batllista y antiherrerista “es históricamente cierto”, asevera el secretario general del Congreso Judío Latinoamericano, Saúl Gilvich, aunque a la distancia admite que pudo haber sido fruto de una confusión. Es que “Herrera no era bien visto por su posición nacionalista antiamericana. Ese nacionalismo pudo ser confundido con una posición pro germana. Lo que ayudó a esa confusión fueron algunos editoriales del diario El Debate que tenían un tufillo francamente antisemita. Los blancos independientes tenían judíos militando”.
Desde la B’nai B’rith Uruguay, su director Carlos Kierszenbaum, concuerda en que “indiscutiblemente los valores del batllismo calaron profundamente hondo en la colectividad judía. Había muchos comunistas y anarcos, mi abuelo era comunista. Pero el Partido Colorado caló hondo en toda la gente”. Según su análisis, “Herrera, en algunos momentos, fue rehén de sus palabras. Más de una vez idolatró a Franco y Mussolini. Los judíos de entonces eran inmigrantes que venían corridos de Europa, Franco y Mussolin eran el diablo para esa gente. Oír a alguien decir que esa gente hiciera algo bien significaba estar en las antípodas de su pensamiento”…
Yo no creo que Herrera hubiera sido un antisemita o un aliado de los nazis, pero según la idiosincrasia de la época las cosas eran blanco o negro, vos estabas o no estabas con los nazis o con los aliados”, concuerda el prosecretario general del Partido Colorado, Max Sapolinski. “Herrera buscaba mantener la neutralidad pero hay momentos en la historia –cuando ya tan claramente las cosas son el bien y el mal- en que no sé si la neutralidad es una posición posible”…
Daniel Olesker escuchó “desde que nací que Herrera era nazi, siempre hubo una visión negativa del Partido Nacional”, sumado a que, a su entender, “el primero y sobre todo el segundo batllismo abrió mucho el campo de la economía a la colectividad y en el pacto social los judíos tuvieron un rol importante”…


Extraído del libro MANDATO DE SANGRE, el poder de los judíos en Uruguay, escrito por Fernando Amado para editorial Sudamericana.