Redes sociales, ¿aliadas o enemigas de las relaciones?
Por Alexandra Ledesma
Lic. en Sociología y Educadora Sexual
Desde que se crearon las redes sociales, han venido creciendo exponencialmente hasta convertirse en una plataforma de socialización considerada por muchos hasta vital.
Pero muchas veces surge la duda de qué tan positivo es el uso que le damos a las redes sociales, si el hecho de que se hayan convertido en la vía principal para comunicarnos, nos beneficia o nos condena a su dependencia.
De todas formas vamos a quebrar una lanza por estos medios interactivos, las redes sociales por sí mismas no tienen una connotación negativa, se crearon con el fin de conectar a personas que tienen intereses en común, unir a familiares y amigos y ser a su vez un espacio informativo-educativo sobre diferentes temas.
Los beneficios u oportunidades que se nos presentan en estas redes son infinitas, desde negocios, nuevos amigos, información valiosa, educación, etc.
Ahora, lo que sucede, es que esas horas que pasamos dentro del mundo virtual, se pierde en comunicación real, cara a cara, y esto aplica, más que nada, a las parejas. ¿Por qué? Porque en ese tiempo, cada vez más prolongado de uso de la plataforma digital, se pierde la comunicación en la pareja, incluso se presta para nuevas oportunidades amorosas.
En general, se está perdiendo la capacidad de conectar con otros integrando todos los sentidos, la pantalla no nos brinda lo que la presencia, el sentir al otro, ver sus gestos, las miradas, los olores, nada de esto se obtiene en una conversación remota.
Y a esta desconexión con la pareja, se le puede sumar también la interacción con otras personas en el plano virtual, porque debemos ser conscientes que por más que el engaño siempre haya existido, las redes lo vuelve más “factible”, y así como a veces nos ayuda a ponernos en pareja, nos lleva muchas veces a terminarla también.
Si conocemos a alguien por este medio se vuelve una gran herramienta para comunicarse e iniciar algo con otro, es sencillo, fácil, rápido, y rompe con las distancias, cumple con todo, o casi todo, porque deja por fuera lo más importante en una relación, la comunicación cara a cara y el contacto, vuelve los vínculos más fríos y distantes.
Todo ello lo vemos más claramente en aplicaciones (de citas) donde nos mostramos tal vestido en una vidriera, o si analizamos la forma en que “encaramos” o viceversa, el cortejo antes tan calculado y repleto de romanticismo, hoy se cubre de emoticones y “reacciones”.
A ver, no necesariamente es algo negativo, solo hablo de lo que esto impacta en las relaciones de pareja, sean el impacto positivo y negativo.
Otra cosa que ha provocado el poder de la conectividad es una fuerte carga de estrés y ansiedad por esta necesidad de la inmediatez, si demoran en contestar, o pretender saber qué está haciendo el otro constantemente, además del control sobre los movimientos virtuales de la pareja, por ejemplo, a donde van sus “likes”.
Pero este constante estado de estrés, ansiedad y desconfianza, pueden derivar en distintos resultados no deseados, como infidelidades, control sobre el otro, la pérdida de interés, angustia, enojo, etc.
Muchas personas consideran que el mundo virtual es igual de importante que el mundo real, que así como buscamos privacidad y nuestro propio espacio en nuestra vida real, pretendemos lo mismo en la virtualidad. En este sentido, más allá que muchos dicen no tener secretos con su pareja, otros admiten no querer compartir información de lo que hacen en la plataforma digital.
Todo esto provoca un dilema, de si es o no correcto preguntar o directamente espiar lo que hace nuestra pareja en las distintas redes sociales. En este sentido es bueno tener presente que no dejamos de ser individuos independientes con derechos, sobre todo a que se respete nuestra privacidad.
Referente a este tema es importante, como siempre me gusta recalcar, la comunicación en la pareja, saber que acepto y eso a lo que no estoy dispuesto a negociar. Ese mensaje o esa reacción que para mi puede ser indefenso, quizás para el otro es una traición y viceversa. Solo mediante una clara comunicación se evitarán los tragos amargos, donde se establezcan límites y se reconozcan los derechos de cada uno, siendo esto aceptado por ambos.