jueves 28 de marzo, 2024
  • 8 am

Primer plato: Pensando en las conductas alimenticias

Gisela Caram
Por

Gisela Caram

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Ps. Gisela Caram
Para hablar de Trastorno de la Conducta Alimentaria, tenemos que ver cuántos factores lo están atravesando.
Influyen varios: los culturales (dietas de moda), estéticos, familiares, la baja autoestima, la extrema autoexigencia, los antecedentes familiares en trastornos alimenticios, etc.
Una de las conductas donde se observan cambios es en la vida social.
La mayoría de las personas con sobrepeso tienden a encerrarse más, a evitar lugares donde se sienten expuestos, u observados en el acto de comer.
Descubrir el relacionamiento que cada uno tiene con los alimentos, pensar nuestras conductas, nuestras urgencias a la hora de calmar ansiedades, o nuestras necesidades a través de la comida, es un primer paso para iniciar el camino de un Plan de Alimentación”.
Para eso, hay que buscar un Licenciado en Nutrición que nos elabore un plan de acuerdo a nuestra vida, horas de trabajo, tipo de trabajo, edad, actividad física, etc.
El Plan de alimentación sería para aprender a comer, y sentirnos seguros y bien.
Hay factores psicológicos que influyen en la relación con nuestra alimentación, ya que vivimos bombardeados por una cultura estética que nos atraviesa.
Cuando estamos inundados de mandatos estéticos y la comida es como una obsesión, hay que tener algunos tipos a mano:
-Olvidar que hay alimentos “prohibidos” y “permitidos”.
-Lo prohibido va a ser una tentación constante.
-No está bueno que los niños pasen observando como la mamá o el papá o la hermana mayor, “está a dieta”, y ese ir creciendo en un clima de una casa, donde se habla mucho de lo que se come, se vive a dieta, o se sale con la dieta vegetariana o vegana o los ayunos intermitentes, porque ese es uno de los inicios de que la comida sea “tan importante” o el único tema de preocupación.
La comida debería ser algo natural, compartido, para nutrirnos, crecer y tener la energía necesaria para vivir.
Compartir un almuerzo o una cena, donde todos comamos lo mismo, aunque sabemos que los niños no siempre elijen verduras, hay que ponerlas ahí…
-Tener conciencia plena de:
¿Cuándo como?
¿Como porque tengo hambre, o para calmar algo?
¿Porque estoy ansioso o angustiado?
¿Porque no quiero pensar?
¿Porque no quiero/no puedo, hablar?
El conectarnos con nosotros mismos, y tomar conciencia de por qué comemos, qué comemos, cuánto comemos, es una tendencia a conectar con lo que nos está pasando, o qué estamos evitando a través de un comer “porque si”, fuera de las comidas habituales, las que hacemos en familia o en grupos.
Atrás quedaron las dietas restrictivas, donde en cada control en una balanza impiadosa, si no se lograba el objetivo, se era censurado hasta humillado por no poder lograr el objetivo.
Se ha ido comprobando que cuanto más restrictivo es el control, más rápido se pasa al descontrol, a lo compulsivo y al efecto rebote. Se recupera rápidamente todo lo que se perdió.
La ansiedad, la culpa son elementos que juegan mucho en todas las situaciones de desajustes de la conducta alimentaria.
En tiempos donde los alimentos ultra procesados, la comida rápida y “ya”, ganan terreno, resultan más fáciles, a veces por falta de tiempo, a veces por no saber elaborar la propia comida.
Elaborar y pensar qué cocinar es parte de un proceso de cambio en nuestro chip…
Cuando tengo conciencia plena de buscar mi bienestar, y realmente encuentro el plan de alimentación como una forma de vida, que me brida bienestar emocional, me da energía, me siento satisfecho, van quedando atrás esas búsquedas de figuras ideales, para dar lugar a un estado de estabilidad integral.
No se trata de no comer algo que me gusta nunca más…se trata de decirle a mi cerebro cuando me lo pide, que sí. Y se lo doy, pero en forma mesurada.
Si mi cerebro me pide chocolate y le doy una manzana, y al otro día lo mismo, me va a pasar una factura con intereses. Mejor le doy de vez en cuando, lo que me pide… pero, un bocado, el que disfruto. Disfruto sin culpa. Porque ese bocado no va a alterar nada.
Saber que mi cerebro acompaña mis actos y no se me descontrolan emociones negativas, es un proceso largo pero muy gratificante, y es para siempre…