viernes 19 de abril, 2024
  • 8 am

La columna infiltrada: Un mundo de plástico

Lo que empecé a hacer ahora para ver bien en qué gasto, es pagar todo con tarjeta. Me llega el estado de cuenta con todo el detalle: la nafta que cargué, mi famoso cafecito, el almuerzo de trabajo, la corbata, la ida al cine y lo que ocurra… , explicó Rafa mientras Quique lo miraba con cara de espanto.

-Así que vos usás la tarjeta de crédito como que fuera de débito, para vos es como sacar plata de la billetera. Yo tendría más cuidado, querido, porque si un día se te traspapela el estado de cuenta y no pagás en fecha, te vas a fundir pagando los intereses, le advirtió su amigo.

-Tampoco se vayan de un extremo a otro, interrumpió Eva. Para empezar, mejor que llevar mucha plata encima por si te roban. Y a veces pagando con tarjeta tenés descuentos. Yo elijo las cosas y espero los martes, ¡para que me cuesten 20 % menos!, exclamó.

En los últimos años los uruguayos se subieron a la ola del tarjeteo: “Pago en 6 cuotas, uso el descuento de los martes, acumulo puntos…”.

Las tarjetas de crédito tienen esa capacidad de hacerle sentir a su usuario que no saca dinero del bolsillo, pero bien utilizadas son una herramienta de pago y consumo muy eficiente.

En Uruguay hay más de un millón de personas que tienen al menos una tarjeta de crédito, lo que representa casi la mitad de la población adulta. Sin embargo, aunque las transacciones con este medio de pago vienen creciendo, aún no alcanzan los parámetros de otros países más desarrollados.

Se estima que cada tarjeta de crédito es usada entre 2 y 3 veces por mes para pagar compras.

Bien utilizadas, lar tarjetas de crédito son una

herramienta de pago y consumo muy eficientes

Intereses

Lo más importante a tomar en cuenta cuando una persona realiza una compra con tarjeta de crédito es que la institución emisora de la tarjeta le está “prestando” dinero. Si al llegar el estado de cuenta de la tarjeta la persona pagara la totalidad y en fecha, el emisor le “bonificará” y por lo tanto el comprador no deberá pagar ningún tipo de interés sobre su compra. Sin embargo, si hay atrasos o pagos parciales comienzan los costos financieros.

Supongamos que el 10 de setiembre compramos un pantalón de $. 1.500. La tarjeta cierra el estado de cuenta el 30 de setiembre, lo envía al usuario y le indica que puede pagar los $. 1.500 sin ningún recargo hasta la fecha de vencimiento (supongamos que el 5 de octubre). Sin embargo, en caso de que el cliente no disponga del dinero para pagar, el emisor de la tarjeta podrá cobrarle intereses por el dinero que le prestó desde el día 10 al día 30 de setiembre. Estos intereses se llaman bonificables porque el emisor no los cobra si se paga el total y en fecha.

A su vez, cuando la persona no logra pagar el estado de cuenta puede que pasen dos cosas: que alcance a pagar lo que se llama “pago mínimo” o no. En nuestro ejemplo supongamos que el pago mínimo son $. 500. Si la persona puede pagarlos no entrará en mora y el emisor de la tarjeta le cobrará dos tipos de intereses. Primero: los intereses bonificables sobre los $. 1.500 por los 20 días de setiembre que pasaron entre su compra y el cierre del estado de cuenta. Segundo: le cobrará intereses financieros por el saldo que le quede pagar ($. 1.000), desde que cerró este estado de cuenta hasta el próximo cierre (el 30 de octubre).

Finalmente, si el usuario de la tarjeta no logra ni siquiera pagar el mínimo, el emisor quedará habilitado a cobrarle intereses moratorios, que son más altos que los financieros.

Esta ingeniería de intereses (que firmamos en el contrato cuando agarramos gustosos la tarjeta de crédito) tiene el poder de hacernos conscientes de que estamos pidiendo dinero prestado; pero no debería asustarnos si somos consumidores responsables.

La tarjeta bien usada nos permite anticipar compras e incluso financiarlas en planes de cuotas sin recargo. Además evita el uso de dinero en efectivo, brindando más seguridad, y permite hacer un seguimiento de los gastos en el estado de cuenta.

(Próximo domingo Tarjetas de débito)

Datos extraídos del libro La economía al alcance de todos, (2016) claves para entender cómo afecta tu vida y tu bolsillo, escrito por Laura Raffo.