sábado 27 de abril, 2024
  • 8 am

La columna infiltrada

¿La política de antes era mejor?

Atilio Riani


Varios motivos de desilusión debe haber tenido el presidente Oscar Gestido durante los 2270 días de su gestión, antes de que un infarto lo tumbara poniendo su cargo en manos del presidente Jorge Pacheco Areco. El más importante, sin duda, fue la desunión de su propio Partido Colorado, que antes de las elecciones del 66 estaba dividido en cinco fracciones (Unión Colorada y Batllista, lista 99, Grupo de los Senadores, Lista 15, y grupos de Vasconcellos), a los que poco tiempo después de asumir Gestido se agregó el movimiento que acompañaba a Manuel Flores Mora. Falto de experiencia y de cintura, no le era fácil aguantar tantos tironeos. Los problemas interpartidarios fueron muchos y en ocasiones altamente grotescos. En medio de su gestión, el intendente de Artigas, Atilio Fernandiz, perteneciente a Unidad y Reforma (lista 15), fue detenido al abandonar el estadio de aquella ciudad en momentos que ascendía a una camioneta propiedad de la Intendencia. La orden había partido del Jefe de Policía Atilio Riani, correligionario, pero perteneciente a la Unión Colorada y Batllista, nuevo nombre de la Lista 14, eterna rival de la Lista 15. Hubo forcejeos, discusiones, y el intendente marchó preso por desacato. Ante el escándalo fue consultado el Ministro del Interior Augusto Legnani, quien dijo que Riani no había hecho más que obedecer órdenes suyas relativas al uso indebido de la locomoción oficial.
El curioso episodio tuvo un segundo tiempo. Apenas salido de la corta prisión, el intendente lanzó su contraofensiva y decretó la cesantía de todos los funcionarios municipales de la Unión Colorada y Batllista. Además, en una entrevista periodística formuló las siguientes acusaciones contra Riani: 1) Permitía que su hija de quince años manejara sin libreta; 2) usaba chapas de prueba en los autos con los que circulaba; 3) vendía en su automotora coches brasileños de contrabando. El Jefe de Policía a su vez respondió que: 1) Si su hija manejaba sin libreta la culpa era de la Intendencia que se lo permitía; 2) Tenía permiso municipal para usar chapas de prueba, y 3) Era ridículo pensar que vendiera autos de contrabando sin que nadie se enterara.
Los errores de Mujica

José Mujica


El golpe tupamaro con forma de rapiña, que concluyó en la primera prisión de José Mujica, fue perpetrado contra la textil Sudamtex, y los datos del dinero lo había brindado un informante de adentro de la empresa. Si bien parecía relativamente fácil de ejecutar, fracasó por uno de los tantos errores de apresuramiento y falta de madurez cometidos por el MLN en aquellos años. Cuando abordaron a quien presuntamente traía la remesa en un VW tipo escarabajo, se equivocaron de persona (y de auto) y asaltaron a otra que no tenía nada que ver. Luego del susto lo dejaron seguir y dieron vuelta a la manzana, pero en ese ir y venir una vecina avisó a la policía. El libro «Mujica, el florista presidente», aporta otros detalles:
«Mujica fue detenido porque llamó la atención el grotesco camuflaje de la Triumph 500, una pesada moto prestada en la que desplazaba. Pepe se la bancó y declaró que había participado en la rapiña porque quería junta plata para comprarse un campo.»
(Extraído del libro Tropezones y Porrazos, un siglo de política uruguaya II, de editorial Fin de Siglo)
Justicia por mano propia
Rodolfo Leoncino


De acuerdo a derecho, el llamado «ajusticiamiento» en los países que mantienen en sus leyes la pena de muerte, significa el fin de un proceso legal que culmina con quitarle la vida al penado por un delito grave. La palabra también puede ser utilizada por cualquiera que pretenda hacer justicia por mano propia sin garantías ni bases jurídicas. El MLN-T «ajustició» a varias personas, en distintas oportunidades, haciendo uso de un poder paralelo y de un distorsionado sentido de la equidad y sin que los que eran ultimados hubieran podido defenderse. Uno de ellos fue Rodolfo Leoncino, a quien acusaban de haber violado los derechos de los presos en Punta Carretas. Leoncino fue muerto a tiros por tupamaros en la puerta de su casa y posteriormente éstos emitieron un comunicado público justificando el hecho y explicando que el funcionario permitía el comercio con drogas, la corrupción, los malos tratos y las humillaciones. El final del comunicado decía:
«Por 20 años de prepotencia, humillación y saqueo, el Subinspector Leoncino fue ajusticiado por el MLN. Que a quienes actúen igual que él, aún en distintos frentes de combate, les sirva de ejemplo. El poder clandestino del MLN no permitirá injusticias.»
(Alfonso Lessa, La revolución imposible, Ed. Fin de Siglo, 2003)