viernes 29 de marzo, 2024
  • 8 am

Somos necesarios

Padre Martín Ponce de León
Por

Padre Martín Ponce de León

375 opiniones

Por el Padre Martín
Ponce de León
Este tiempo de preparación de la Navidad nada tiene que ver con la preparación que vive el mundo de hoy.
Tal vez, para muchos, el clima del Mundial aún no ha llegado el tiempo de mirar como cercana a la Navidad.
Pero las vidrieras y diversas publicidades nos invitan a una preparación que se limita a adquisiciones y objetos.
La verdadera Navidad no pasa, necesariamente, por allí.
Este tiempo debería hacernos tomar conciencia de que, para que Navidad sea una realidad, todos somos necesarios.
Navidad no es un algo del que somos espectadores o un algo que limitamos a comida y bebida extraordinaria.
La verdadera Navidad, para la que nos debemos preparar, consiste en permitir que, una vez más, el amor de Dios irrumpa en nuestra historia.
Irrumpió haciéndose persona y continúa haciéndolo en la medida en que somos capaces de compartir tal amor con otros.
Cada uno de nosotros debemos saber descubrir cuál es ese valor que debo dejar crecer en mí para, desde allí, compartirlo haciéndolo realidad.
Navidad no es una teoría ni se limita a una fecha sino que es, de alguna manera, una actitud que hace a nuestra vida.
Para que ello sea verdad debo saber cuál habrá de ser mi aporte concreto a esta Navidad que comienza a gestarse.
Cuando asumo cuál habrá de ser ese valor con el que habré de colaborar para que el amor de Dios irrumpa en nuestra historia debo comenzar o continuar cultivándolo.
Ese cultivo no es otra cosa que asumir que debo hacer que mis brazos se constituyan en “el mejor Belén” para que Él sea realidad.
Si cada uno de nosotros asumimos tal responsabilidad para, luego, ponerla al servicio de los demás ¿no estaremos colaborando con el crecimiento del amor de Dios entre nosotros?
Por ello es que este tiempo de preparación es un tiempo de compromiso y de tarea.
Es un tiempo de reflexión y crecimiento puesto que es un tiempo de preparación para la solidaridad.
Desde mi realidad deberé acercarme a los demás para estar disponible para ayudarles a que se ayuden a dignificarse como personas haciéndoles saberse útiles. Pero para poder hacer tal cosa debo estar convencido de haber cultivado ese valor que la realidad me está demandando.
Es un tiempo que nos debe ayudar a abandonar nuestras seguridades y, saliendo a la intemperie, encontrándonos con alguien que, siempre, nos está necesitando.
Es un tiempo donde debemos prepararnos para obsequiar una sonrisa, una escucha, un respeto, una aceptación, una solidaridad, disponibilidad, una alegría, un algo de misericordia o de cercanía.
Cada uno, mirándose a sí mismo, sabrá descubrir ese valor que deberá cultivar para, luego, brindar con gratuidad.
Cada uno de nosotros somos necesarios y mi omisión será una carencia para esta celebración de Navidad.
No debe importarnos lo que los demás hagan o dejen de hacer sino que debo prestar debida atención a lo que cada uno debe realizar puesto que todos nos necesitamos.
Este es un tiempo donde se nos invita a tomar conciencia de nuestra responsabilidad personal ante la Navidad que queremos celebrar.
Una Navidad donde, porque somos necesarios, nos involucramos con ella y la tarea que nos requiere para una digna celebración.
Navidad no es un recuerdo sino una necesidad del hoy y, por ello, todos somos necesarios.