miércoles 24 de abril, 2024
  • 8 am

Es la hora de cambiar

Gustavo Varela
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Gustavo Varela

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Por el Esc. Gustavo Varela
Estoy apurando la escritura de ésta columna, pues la quiero enviar antes de que juegue Uruguay su último partido de la serie de equipos del mundial.
Mundial que nos depara sorpresas a cada rato, como por ejemplo la clasificación de Japón primero en su serie dejando en segundo lugar a España y borrando a Alemania de las horas de gloria.
Pero me quiero centrar en Uruguay.
Durante 15 años, tuvimos un cuerpo técnico, que contando con una de las mejores generaciones de futbolistas, logró tan sólo 1 Copa América y las clasificaciones a los mundiales, después de muchas frustraciones.
Cavani, Suárez, Forlán, Godín, Giménez, figuras supremas del futbol de las mejores ligas mundiales de clubes, que sin embargo, poco pudieron hacer para conquistar preseas con la selección, comparadas con otros futbolistas que durante años conquistaron una enorme cantidad de campeonatos de todo tipo y color: Juegos Olímpicos, Mundiales, Copas América y otros trofeos menores, para envidia y respeto de muchas potencias futbolísticas.
Pero hace mucho tiempo que, aun contando con enormes figuras futbolísticas, hemos ido de frustración en frustración.
Hemos perdido mucho de nuestra identidad futbolística, la garra, el no claudicar, la pierna fuerte pero con lealtad, la rebeldía y muchas otras virtudes, que las hemos intentando cambiar por intentar imitar el “jogo bonito”, que no lo sabemos hacer. Y para eso nos quisieron vender la idea de que “el camino es la recompensa”, eso sí, sin ganar nada.
Comenzamos a jugar a la defensiva, a intentar que no nos hagan goles, a tener la famosa posesión de la pelota, y cada vez más nos fuimos refugiando en la zona de confort de la defensa, mientras tanto nuestros goleadores cada vez hacían menos goles.
Pero en el futbol gana, quien más goles hace, no quien más goles evita.
Y así los diferentes países comenzaban a evolucionar y nosotros, de a poco fuimos involucionando.
Hasta que nos cansamos, pues aquella receta, ya no rendía, nos cansamos de no gritar goles, pero más de recibirlos y estando a poco de quedar eliminado del mundial, las autoridades hicieron lo correcto, agradeciéndole al técnico por ese único triunfo conquistado, lo despidió y contrató a otro que prometía cosas diferentes.
Pero llegamos al mundial y quien parecía diferente, volvió a cometer los mismos errores.
Contando con una nueva generación con la que podemos hacer historia, otra vez apelamos al cero en nuestra valla, y nos olvidamos del área contraria.
La historia lo dirá, pero si volvemos a fracasar, habría que volver a recorrer el mismo camino.
Agradecerle los servicios prestados y volver a cambiarlo.
En algún momento nos tenemos que dar cuenta, que si no asumimos riesgos, no hay posibilidades de volver a hacer historia.
Acaso eso mismo que nos pasa con la selección, ¿no nos estará pasando como sociedad?
Tenemos un Uruguay que precisa hacer reformas sustanciales, para ponerse en sintonía con la hora histórica que estamos transcurriendo.
Pero da la impresión que tenemos muchos miedos para llevarlas a cabo, y que nos cuesta dar esos pasos imprescindibles para insertar al país en el mundo moderno.
Mientras tanto tenemos un país paralizado, lento y timorato, que juega a no perder por goleada, quedando contentos y festejando cuando arrancamos siquiera un empate.
¿No es hora que el técnico apueste a ganador, dándoles confianza a los muy buenos jugadores que tenemos, y los lancemos a conquistar la gloria sin miedo?
¿Con la selección o con el país?
Con ambos, pues en ambos frentes padecemos los mismos problemas.
El tiempo lo dirá.
Quizás, cuando usted esté leyendo ésta columna, la historia esté cambiando.
Ojalá que así sea.