martes 23 de abril, 2024
  • 8 am

¿Eres tú?

Padre Martín Ponce de León
Por

Padre Martín Ponce de León

384 opiniones

Por el Padre Martín
Ponce de León
En medio de un conflicto que se prolongó durante muchísimo tiempo, los relatos evangélicos, salen al encuentro de la pregunta sobre quién era “El más grande”
Para los seguidores de Juan no cabía duda de que Jesús no era otra cosa que un continuador de la tarea liberadora comenzada por Juan e abruptamente concluida por su muerte.
Para los seguidores de Juan él era el verdadero liberador y se había visto defraudado por Jesús.
Lo había proclamado como liberador pero, luego, lo de Jesús se limitaba a una acción que no coincidía con sus expectativas y, por ello, envía a preguntarle si es él el esperado.
Allí el relato evangélico se encarga de ubicar a Juan en su lugar de precursor y a Jesús en su lugar de Mesías.
Juan es importante pero Jesús es mucho más.
Jesús responde sobre su identidad manifestando sus acciones,
Ello nos debe llevar a cuestionar nuestro actuar preguntándonos si nuestras acciones dicen de nuestra condición de seguidores de Jesús.
No nos pide los signos de aquellos sus tiempos puesto que la realidad ha cambiado y mucho.
Nos pide signos que digan a nuestro hoy y para nuestro hoy.
En este hoy colmado de materialismo nos pide signos que digan de lo esencial a nuestra condición de personas.
En este hoy donde lo que importa, para muchos, es el tener nos pide signos que digan del ser como seres humanos.
Nos pide signos que están a nuestro alcance y dicen de nuestro ser personas capaces de ayudar a otros a que se dignifiquen.
Que pongamos diálogo en este hoy donde no tenemos mucha disponibilidad a escuchar a los demás puesto que nos empeñamos en aferrarnos a nuestras posturas.
Que pongamos cercanía en este hoy donde la persona del otro nos inspira desconfianza o miedo.
Que pongamos alegría en este hoy donde cada uno tiene sobradas razones para vivir sumido en sus dificultades y ello nos hace vivir con el ceño fruncido o el puño a la defensiva.
Que pongamos disponibilidad para saber dar una mano solidaria y desinteresada.
Que pongamos espiritualidad en nuestro actuar en este hoy donde todo se vuelve motivado por intereses particulares o superficiales.
Nuestros signos de cristianos no pasan por las horas que podamos vivir encerrados en un templo o por la fidelidad a lo establecido en nuestras prácticas. Nuestros signos cristianos pasan por un animarnos a salir a la intemperie y compartir lo que somos con los demás.
Nuestros signos cristianos no nos suman a lo que hacen la mayoría ni se limitan a lo que siempre se hizo sino que nos transforman en signos de contradicción frente al hoy.
Jesús lo fue con elocuencia y ello es lo que nos pide a nosotros como seguidores suyos.
¿En qué hago consistir mi ser cristiano?
¿Con mi vida doy testimonio de alguno de los valores del Reino?
¿El Jesús en el que creo es un alguien que hace a la vida o un alguien a quién encerré en un templo o entre las tapas de un texto?
¿Puedo decir que mis obras dicen de lo que creo?
Prepararnos para Navidad implica asumir nuestra responsabilidad de transformarnos en testigos de los valores del Reino.
No es vivir con las manos juntas en un rezo o con los brazos cruzados observando. Es vivir con las manos extendidas para brindar lo que somos como Jesús lo hizo a lo largo de su vida.