viernes 26 de abril, 2024
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De corazón

Padre Martín Ponce de León
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Padre Martín Ponce de León

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Por el Padre Martín Ponce De León
Ni bien comencemos con las luces del día se enciende en nuestro corazón las luces de una nueva Navidad.
Bien lo sabemos no es una fecha histórica sino una fecha cargada de lecciones de vida y de contenido religioso.
En los mediados del año 300 después de Jesús, el emperador Constantino, decretó que la fiesta del nacimiento de Jesús sería el 25 de diciembre que era el día en que se celebraba al Sol Naciente.
Desde esa fecha hasta hoy tal fecha no hace otra cosa que recordarnos que todos los días es Navidad puesto que todos los días nace el sol, todos los días nace Jesús.
Ello hace que la celebración de la Navidad sea un acontecimiento que va mucho más allá de un simple día en rojo en nuestros calendarios.
Navidad es dejar que el amor de Dios irrumpa en nuestras vidas para que tengamos algo, verdaderamente esencial, para compartir con los demás.
Ello es lo que, de corazón, deseo para cada uno de ustedes que leen este artículo.
Porque no somos capaces de modificar el mundo.
Porque no podemos transformar las realidades que deseamos.
Porque podemos desear que el mundo se detenga mientras disfrutamos el amor que se nos brinda.
Porque podemos enriquecernos de una sonrisa mientras disfrutamos el hecho de brindar amor desinteresado y generoso.
Porque, con una mano tendida, podemos ayudar a alguien a que se sepa persona aunque más no sea por un rato.
Porque con cercanía y disponibilidad podemos hacer que alguien se experimente persona aceptada y tenida en cuenta.
Esa es la cercanía del amor que Dios quiere seamos capaces de prolongar y, así, hacer que Navidad sea una actitud permanente entre otros.
Nos muestra que no debemos conformarnos con nuestro compartir amor con aquellos con quienes nos sentimos, porque aceptados, queridos. Nos muestra que nuestra atención debe estar puesta en aquellos que más necesitan.
No es una cuestión política sino de humanismo cristiano.
Los pastores no eran bien visto religiosamente en su tiempo puesto que no cumplían con todos los deberes que la religión decía había que cumplir. Es a ellos los primeros a los que se acerca para hacerlos vivir una experiencia única e inolvidable para ellos.
Acercarnos a dar una mano a los más necesitados no responde a una cuestión ideológica sino que responde a lo elemental del espíritu de la Navidad.
Navidad cotidiana, el amor de Dios que irrumpe en nuestra historia, es poder brindar, desde lo que cada uno es, la buena noticia de que somos razón del amor de Dios.
Por ello es que, de corazón, les deseo una FELIZ NAVIDAD.
Pero no una Navidad que se pierde entre comidas y bebidas, entre petardos y música a todo volumen, sino esa Navidad que es compromiso y actitud.
Tampoco es esa Navidad que limitamos a las cuatro paredes de un templo (cosa necesaria pero no exclusiva)
Esa es la Navidad que se escribe con todas letras en mayúsculas puesto que no hay tiempo para las minucias sino que todo apunta a lo esencia.
Es esa Navidad que se hace servicio y disponibilidad puesto que hacer tal cosa nos dignifica como seres humanos.
Es esa Navidad que se hace experiencia intransferible de amor compartido y que nos hace crear lazos indisolubles y permanentes.
Sí, les deseo una Feliz NAVIDAD y que puedan prolongarla en cada jornada en la que nace el sol.