sábado 20 de abril, 2024
  • 8 am

Los códigos en la política

Fulvio Gutiérrez
Por

Fulvio Gutiérrez

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Por el Dr. Fulvio Gutiérrez
En el comportamiento personal y la conducta que se debe tener en ciertas actividades que se realizan en la vida de relación, hay estilos, formas de actuar que se deben seguir y cumplir. No porque eso esté escrito que así debe ser, sino porque hacen al normal relacionamiento de esa actividad que cualquiera realiza. A veces se dice que son códigos de conducta no escritos pero de necesario cumplimiento. Una de esas actividades es la política. Es decir, un código de conducta es un conjunto de principios que recogen los valores y estándares éticos por los que se debe guiar la conducta humana en una actividad determinada. Son normas mínimas que cualquier partido político debe tener, y que necesariamente deben ser cumplidas por sus integrantes.
En un sistema democrático como el nuestro, la actividad política supone coincidencias y desavenencias, porque esa es la esencia del sistema. Que muchas veces en la discusión de esas desavenencias hay tensiones, que a veces se vuelven y pasionales, también es verdad. Pero todos sabemos que hay límites que no se pueden violar, porque sería echar al costado esos principios y valores que hacen a la normal relación humana.
Estas reflexiones vienen a cuenta de que desde hace un buen tiempo, la conducta de algunos protagonistas políticos de la oposición, ha bajado el nivel de su relacionamiento político, a grados de bajeza a los que nuestra sociedad no está acostumbrada.
Es el caso de Fernando Pereira. Cuando ejercía el cargo de Presidente del Pit Cnt, era un hombre dialoguista, fuerte defensor de sus ideas y de lo que él llama la clase trabajadora, muchas veces con intenciones de buen componedor, a veces con pasión, pero siempre con respeto y con expresión de fundamentos lógicos. Pero cuando fue desinado Presidente del Frente Amplio, sufrió un cambio que seguramente ni sus propios compañeros lo habrían imaginado. Es más, he tomado conocimiento de varios integrantes de la oposición, están sorprendidos por las actitudes y dichos de Pereira, y discrepan con esa forma de actuar. Se transformó en un duro opositor al gobierno por la oposición misma, contradiciendo todo lo que el gobierno propone y demostrando generalmente, ignorancia sobre la esencia del tema objeto de su opinión. Incluso antes de que el problema concreto tomara estado público, y hasta admitiendo de que no conoce a fondo el tema concreto. Su actitud fue pasando a ser agresiva, con argumentos reiterados y hasta absurdos, basada en conclusiones torcidas y hasta en la mentira. Recuerdo las conclusiones apocalípticas sobre las consecuencias que acarrearía la LUC, en el fundamento de referendo, cuando la LUC hacia un año que estaba en vigencia y nada de esos pronósticos se había producido. La LUC fue ratificada. Pasaron los meses y tampoco ocurrieron aquellos hechos apocalípticos que se anunciaban. Da la sensación de que a través de esas actitudes y declaraciones, le gustaría que al país le vaya mal, pese a la contundencia de hechos positivos. Sus actitudes con referencia al proyecto de reforma de la previsión social han sido lamentables, y tal vez hicieron eclosión pública, cuando integró las barras en el parlamento cuando se discutía dicha reforma. Barra integrada por algún grupo de izquierda, que ya iba con la consigna de que, después que hablara el Senador Sánchez, tenían que aplaudir y manifestarse a través de cánticos que obviamente estaban establecidos y ensayados de antemano para que la Presidenta del Senado tuviera que desalojar las barras, integradas por estas personas, incluso dirigentes de distinta jerarquía, que sabían a qué habían ido y qué debían hacer en el momento acordado.
Lo último es que no le ha gustado que se haya anunciado una temporada turística excelente, y por tanto la niégala evidente realidad, cuando los centros turísticos del Este y los centros termales, “revientan de gente”, con ocupaciones del 100%. Está claro que para Pereira, la política no tiene códigos, y lo que importa es pegar y pegar al gobierno, pase lo que pase y pese a quien pese. Claro, no se ha dado cuenta que todo golpe puede tener respuesta, y no precisamente con otro golpe, sino con la evidencia de los hechos y de los datos basados en esos hechos. Porque como político, tendría que saber que opinar se puede opinar en cualquier dirección, pero contra la realidad, no se puede ir. Ella es la que manda, gobierne quien gobierne.