miércoles 24 de abril, 2024
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CELAC: una reunión para el olvido

Fulvio Gutiérrez
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Fulvio Gutiérrez

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Por el Dr. Fulvio Gutiérrez
La pasada semana, se realizó en Buenos Aires una reunión cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), que es una organización intergubernamental de ámbito regional integrada por treinta y tres países, cuyo objetivo es promover la integración y desarrollo entre los países de Latinoamérica y el Caribe.
Como era de esperar, la cumbre no sirvió para mucho en cuanto a la concreción de sus fines, más allá de los miles de dólares de gastos que supone este tipo de reuniones que, en definitiva, se reducen a una catarata de discursos politizados e ideologizados de parte de los presidentes de los países miembros, sin efecto concreto alguno.
Más bien tuvo el efecto inverso, cual es la ratificación de que crear organismos internacionales para que representantes de intereses ideológicos diversos se desgañiten en teorías obsoletas y sin sentido, no vale la pena.
No obstante, el evento tuvo otras consecuencias. En primer lugar el cambio de la presidencia “pro tempore” que tenía Argentina; en segundo lugar los furcios del presidente argentino Alberto Fernández; en tercer lugar la aclaración de las conductas políticas de algunos presidentes con referencia a temas de actualidad como la vigencia del Mercosur y la política de apertura y flexibilización a la que aspira Uruguay; y en cuarto lugar, una vez más, el discurso del presidente uruguayo en cuanto a ratificar su posición de flexibilizar el Mercosur en base a una idea de apertura al comercio del mundo, y su reafirmación del apoyo al sistema democrático de gobierno.
Para colmo, la cosa empezó mal. De entrada nomas el presidente argentino, luego del inicio de su discurso inaugural, dijo que dejaba inaugurada la “cumbre de las Américas”, y luego se corrigió aclarando que era de la Celac ¡Feo error de Fernández! Ya había protagonizado otra metida de pata cuando dijo que conocía la no presencia del presidente Chavez (fallecido hace ya bastante tiempo), al confundirlo con el presidente de Venezuela Nicolás Maduro que tampoco estuvo presente. ¡Más feo error de Fernández! Tampoco estaban presentes los presidentes de Méjico, López Obrador y de Nicaragua, Daniel Ortega. Después se supo que Fernández, en otra de sus decisiones absurdas e incoherentes, había ordenado que los discursos de los presidentes no fueran difundidos a los medios de comunicación, salvo el suyo. Finalmente manifestó su oposición a la “derecha recalcitrante y fascista”, como una forma de interpretar, seguramente, el pensamiento de la mayoría de los presidentes presentes, afines a la ideología de izquierda. Tal vez quiso quedar bien con sus colegas de izquierda, pero lo que en verdad hizo fue “levantarle un centro” al presidente Lacalle Pou, quien “aprovechó la bolada”, y le contestó con la altura y el aplomo a que nos tiene acostumbrados.
Dijo que la idea era firmar una declaración de cien puntos. Uno de ellos habla de democracia, de respeto de las instituciones y de defensa de los derechos humanos, y acá hay países que no respetan ni la democracia, ni las instituciones ni los derechos humanos, porque tienen una visión hemipléjica según el perfil ideológico. Para que este tipo de organismos y foros “subsistan en el tiempo”, dijo, “no tienen que tener el carácter de club de amigos ideológicos”, porque “en la variedad, en el cambio y en la alternancia estará la fortaleza de esta organización”. Es por esto que Lacalle insistió en “pasar a la acción”, y dar “pequeños pasos en esa dirección y no grandes discursos que nos congelen bajo títulos de solidaridad y otros conceptos que son muy lindos pero que a veces no se ponen en práctica”.
En síntesis, una reunión improductiva que sólo ha servido para ratificar que hay gobernantes cuyo fanatismo ideológico los lleva a hacer planteos de defensa de la democracia y los DDHH sentados a la misma mesa con consumados dictadores y violadores de los mismos.