viernes 29 de marzo, 2024
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Enfermedades profesionales

César Suárez
Por

César Suárez

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Por Dr. César Suárez
Una «enfermedad profesional» es cualquier enfermedad causada principalmente por la exposición en el trabajo a factores de riesgo físicos, organizativos, químicos o biológicos o a una combinación de estos factores.
Hay un proverbio popular que dice “el trabajo es salud” es una forma de estar ocupado en una tarea agradable, confortable, recreativa, útil, necesaria, creativa, reconfortante y limitada a la capacidad física y emocional del individuo que la desempeña.
En estos términos, hay un número limitado de personas que puedan encajar enteramente en esta definición, sin embargo, hay actividades vocacionales que, si el individuo tiene la capacidad de elegir sin dudas, el trabajo resulta ser saludable, tanto, que el no poder ejercerla se transforma en una frustración que afecta la salud emocional del que no encuentra su lugar.
Es obvio que toda tarea necesita de un equilibrio no siempre fácil de lograr porque inciden innumerables factores ajenos a la voluntad que perturban el bienestar ideal.
Pero más allá de lo agradable o desagradable que resulte la tarea que cada uno le toque realizar, existen factores físicos que contribuyen a alterar la salud de cada individuo como consecuencia de una exposición prologada o continuada a factores nocivos para la salud.
En este terreno inciden las condiciones insalubres insalvables de determinadas tareas cuyas consecuencias reparten responsabilidades, por un lado, las condiciones de la tarea y por otro, factores educativos de personas que, teniendo disponibles recursos de protección adecuada, los desechan por razones de comodidad personal poniendo en riesgo la salud a largo plazo.
Nuestro país tiene una larga tradición de creación de leyes dirigidas a proteger en forma saludable la salud de cada profesión, pero en ocasiones los empleadores violan esas leyes en otras ocasiones los empleados, descartan los elementos de protección imprescindibles para una vida saludable a largo plazo.
Ya desde inicio del siglo veinte en Uruguay se fueron aprobando leyes adecuando el horario de trabajo a la capacidad física e intelectual de cada individuo, primero fueron las 8 horas diarias y no más de 48 horas semanales en 1915, más adelante, los regímenes de licencia anual, pago de aguinaldo, salario vacacional, leyes que se fueron afirmando en la cultura general de la población y en algunas actividades las jornadas fueron reducidas a 6 horas diarias como se da en el área de la salud, o menos aún para los docente, todo tendiendo a proteger la salud laboral, sin embargo, no siempre la dotación salarial acompañaba las reales necesidades vitales de los empleados lo que llevaba a desnaturalizar el espíritu de la ley dado que el empleado al no alcanzarle el dinero, habitualmente opta por gestionar otro empleo llevando a trabajar diariamente muchos más horas de las que el físico y las emociones pueden soportar.
Todas estas situaciones, llevan a forzar la capacidad física de las personas y a generar deterioros de instalación progresiva que frecuentemente afecta al esqueleto óseo con sufrimiento de la columna vertebral y cada una de las articulaciones transformándose en una enfermedad profesional, así como dilataciones de las venas de miembros que se transforman en várices y más tarde en alteraciones cutáneas y por último en úlceras varicosas.
A todo esto, se agregan otros riesgos ambientales de acuerdo a la tarea tales como la exposición prolongada al sol, exposición a agro tóxicos, exposición a accidentes, exposición al calor extremo para quienes trabajan alimentando caldera o expuestos a hornos de alta temperatura, o al frío extremo en cámaras frigoríficas para normar a algunas de las múltiples situaciones.
Ante situaciones riesgosas se han ido ideando recursos de protección para que esas tareas tengan el menor impacto posible en la salud de los trabajadores que se le exige a las empresas tengan disponibles para sus empleados pero hay un tercer componente que muchas veces es muy difícil de vencer que son los factores culturales de muchos empleados que optan por no usar los recursos disponible de protección en ocasiones por comodidad y en ocasiones por desidia y por la dificultad de evaluar las consecuencias de daños acumulados a través de la vida y cuando se constatan ya es tarde porque son daños habitualmente irreversibles.
Las campañas educativas son esenciales para trasmitir la importancia de actitudes saludable y reducir las consecuencias de largo plazo que después constatan en edades maduras o en la ancianidad.