Por Gustavo Chiriff
Días pasados escuchábamos al presidente de la República, en su discurso sobre rendición de gobierno y anuncios, a tres años de haber asumido. El balance político que podemos hacer en base a ese discurso, pero más que nada a como están viviendo miles de uruguayos y uruguayas, es que las condiciones de vida para una gran parte de la población, la que va en el pelotón, allá atrás, no es la que pinta nuestro presidente.
En su discurso dejo algunas cosas sin nombrar, como que a los pocos días de haber asumido la cotización del dólar trepo de $ 37 a$ 45 favoreciendo claramente al sector exportador y perjudicando a una masa grande de uruguayos endeudados en dólares; que luego aumento las tarifas públicas por encima de la inflación, que le saco dos puntos a los beneficios sobre el IVA en compra con tarjetas de débito. Tampoco se refirió a la caída del salario real en estos tres años de gobierno multicolor, afectando el poder adquisitivo de miles de trabajadores y trabajadoras, afectando sobre todo a los asalariados, jubilados y pensionistas, no tocando al gran capital, ni a los “malla de oro”. En el año 2022, el salario real medio cayó en un 3,7% respecto al 2019. El total de la masa salarial también estuvo por debajo a la referencia de 2019, lo que equivale, que el aumento en la cantidad de ocupados no alcanzó a compensar la caída del salario medio. En síntesis, los ganadores de este período de tres años son los grandes capitales ubicados en los sectores de las cadenas agroindustriales de inserción exportadora.
En el período transcurrido entre mediados de 2021 y fines del 2022, la economía presento una reactivación importante, de tal modo que en 2022 el Producto Bruto Interno fue más de 3% superior al de 2019, pero este crecimiento del PBI, no acompaño en la distribución hacia los ingresos más desfavorecidos.
Los anuncios del presidente en estos últimos días, sobre rebajas tributarias, solo representa el 0,25% del PBI, es decir, una renuncia fiscal muy modesta, un anuncio que a priori, como lo planteaba el presidente, era la “gran rebaja y disminución fiscal”, pero como se dijera: la montaña parió un ratón. En un Uruguay donde más de la mitad de los trabajadores asalariados tienen ingresos inferiores a 25.000 pesos por 40 horas semanales, donde miles de personas, el único plato caliente es el que proviene de una olla popular,
para más del 70% de la población trabajadora, esto es la inmensa mayoría de los trabajadores, esto que anunció el gobierno es insignificante, no le mueve la aguja a los que más necesitan, estas medidas no afectan a esta inmensa franja que no pagan IRPF y el IASS.
En su discurso, el presidente nos pinto un Uruguay maravilloso, donde no hubo una sola mención al aumento de la inseguridad, a la proliferación de bandas narcos en todo el país, no hubo ninguna referencia a los cuestionados casos de corrupción, ni se acordó del narcotraficante uruguayo, Sebastián Marset, ni de su máximo hombre de confianza, el “fibra” Astesiano, ni de las irregularidades en el Ministerio de Turismo.
Sin dudas que lo que pintó el presidente en el parlamento está lejos de la realidad que viven miles y miles de uruguayos y uruguayas; aquí en Salto se agudiza aun más, por la ausencia de una política de frontera eficaz, que permita amortizar el impacto de la diferencia cambiaria con la Argentina.
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