viernes 29 de marzo, 2024
  • 8 am

Lo tengo en la punta de la lengua

César Suárez
Por

César Suárez

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Por Dr. César Suárez
No hay cosa que me perturbe más que olvidarme de una palabra necesaria para expresar un concepto en forma precisa, una suerte de bloqueo momentáneo que puede tener muchas explicaciones, una de ellas, el envejecimiento del cerebro que con el tiempo va perdiendo la plasticidad para recordar, sin embargo, me doy cuenta que siempre me pasó, y lo extraño es que hay palabras claves que justamente es esa la que me cuesta recordar, siempre las mismas, y tengo que hurgar en la memoria para poderla rescatar y mientras no la encuentro me entra una especie de ansiedad por encontrarla que no puedo dejar de pensar en ello. Le pregunto a otras personas, mucho más jóvenes que yo, y les suele pasar lo mismo. ¿Cómo era que se dice? Sí, “lo tengo en la punta de la lengua” y una vez que la encuentro, me surge una especie de alivio por haberle ganado la partida a ese transitorio olvido.
Muchos de los que en este momento están leyendo este texto, estarán pensando “pero a mí me pasa lo mismo”.
No saben como odio olvidarme de las palabras que necesito. Desde hace décadas me armé un archivo con lo que he denominado “palabras olvidadas”, por ejemplo, el nombre de una persona, que no sé porque razón se me bloquea, un nombre de un medicamento o de su droga, el nombre de un diagnóstico no tan frecuente, el nombre de una determinada calle, por ejemplo, “Gobernador de Viana”, nunca me acuerdo que esa avenida se llama de esa manera.
Entonces, como hay otras memorias automatizadas que la tecnología ha creado, una suerte de memoria externa, uso una aplicación de mi teléfono que se denomina “recordatorios” agrupados por diferentes rubros, ahí la voy colocando para cuando me las olvide, y saben qué, una vez que las coloco ahí, casi que ya no la tengo que recurrir al ayuda memoria, porque a partir de ahí, nunca más me las olvido, como si fuera que las palabras olvidadas al verse “atrapadas” en ese archivo, se rinden y fluyen en la memoria porque ya saben que no se pueden escapar.
Sin dudas que la memoria de una persona es un privilegio que nos ha proporcionado la naturaleza, pero tiene aún vericuetos aún insondables para la ciencia, pero que nos permite conectarnos con nuestro pasado para que cada uno de nosotros sepamos que somos la misma persona que éramos cuando pequeños y de después, en el tránsito a través de la vida, pero como la memoria se termina con la vida de cada uno, queda la otra memoria, la del relato, la de la escritura, de los libros, testimonios que va heredando la humanidad para seguir sumando esfuerzos sobre lo ya aprendido y sobre lo ya creado pero de todos modos, la memoria no es tan fiel y a veces se distorsiona, por eso la ciencia y la tecnología ha creado otras memorias automatizadas, archivos informáticos para que la narración real de los acontecimientos permanezca indemnes y no se termine por deformar el fiel relato de lo acontecido.
Como habitualmente se dice, la memoria es frágil y los relatos suelen no resistir archivos, pero a pesar de todo, a mí, siempre me trae, sobre todo, gratos recuerdos cada vez hurgo en mi pasado.