lunes 14 de octubre, 2024
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César Suárez
Por

César Suárez

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Por Dr. César Suárez
Hace poco más de cuarenta años, a poco de haberme recibido de médico y estando cursando el postgrado de dermatología, con un amigo con el que yo estudiaba nos habíamos ido a un congreso a Buenos Aires, eran tiempos de vacas muy flacas, por lo menos para mí, e ir hasta ahí era un esfuerzo económico muy importante.
Yo me manejaba con perfil muy bajo porque las circunstancias no daban para más pero mi amigo que era muy sociable e impresionaba como un gran personaje y se presentaba con cada expositor repartiendo tarjetas de presentación haciendo referencia que éramos de Uruguay y que estábamos muy interesados en intercambiar ideas acerca del tema expuesto. Algunos de esos expositores eran de Europa, en un momento nos cruzamos con dos expositoras españolas a las que les expresó que estábamos muy interesado sobre una técnica de tratamiento sobre la que habían expuesto a lo que nos respondieron que iba a haber un congreso en Barcelona y que nos invitaban a ir a lo que mi amigo les respondió sin pestañar, nosotros estaremos ahí sin duda.
Nos bien nos quedamos solos le dije te irás solo porque yo no tengo manera de financiarme un viaje, pero él insistió, vamos a ir.
Y tenía razón, no sé cómo, haciendo malabares al final fuimos a parar a Barcelona en la fecha estipulada y terminamos por hacer una gira por varios países europeos.
Obviamente que lo más caro era el pasaje. Mi amigo movió varios contactos para resolver parte de la estadía. Una familia amiga gestionó para que otra familia de Barcelona nos alojara en su casa los siete días que permanecimos en esa ciudad.
Era una familia muy amable y generosa y nos recibió con todos los honores y nos hizo sentir como si estuviéramos en nuestra propia casa.
El jefe de familia se mostraba muy interesado en saber sobre Uruguay y con el que manteníamos largas conversaciones. Según supimos después, era propietario de una automotora muy importante y un connotado dirigente del Barcelona Fútbol Club
Un día nos invitó a ver un partido en el Camp Nou (04 de febrero de 1980) que resultó ser la final de la supercopa de UEFA entre Barcelona campeón de la recopa europea y el campeón vigente de Europa el Nottinghan Forest.
Nottinghan Forest había ganado el partido de ida uno a cero y el partido que nosotros fuimos, empataron uno a uno saliendo campeón por golaveraje el equipo inglés.
Lo que más recuerdo de ese partido que fue medio aburrido y que nosotros nos instalamos en la platea preferencial rodeados dirigentes que fumaban habanos tal como si fuera un concurso de fumadores y había una humareda irrespirable que nublaba la vista mientras los hinchas vociferaban en catalán viendo cómo se les frustraba la chance de salir campeones.
En aquel momento, Nacional Fútbol Club era campeón de la copa Libertadores de América y le tocaba jugar la final de la Copa Mundial de Clubes contra el campeón de Europa que era precisamente el Nottinghan Forest que se terminó jugando el 11 de febrero de 1981 con partido único en el Estadio Nacional de Tokio y denominado por razones de contrato, Copa Mundial Toyota que el cuadro uruguayo ganó uno a cero con gol de Waldemar Victorino.
Ya había pasado un año de aquel partido en el Camp Nou y esa final la pude ver en pantalla gigante en el Cilindro Municipal donde se habían instalado cuatro pantallas en el centro de la cancha y las tribunas repletas.
Lindos recuerdos alojados en mi memoria desde hace más de cuarenta años.