jueves 18 de abril, 2024
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Pleno de actualidad

Padre Martín Ponce de León
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Padre Martín Ponce de León

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Por el Padre Martín Ponce De León
En muchas partes el día 24 de este mes está lleno de reminiscencias de devoción, religión y tradición.
María Auxiliadora está, para muchos, muy lejos de ser, simplemente, una advocación más de María.
María Auxiliadora está muy llena de cariño popular y de solemnidad.
Es una devoción de la Iglesia como tal. No es propiedad de nadie en particular.
La batalla de Lepanto supo darle un espaldarazo muy importante.
Don Bosco le dará esa cercanía con la que hoy en día cuenta para muchos.
Don Bosco resulta, él y sus continuadores, un promotor muy fuerte de la devoción a María bajo dicha advocación.
María Auxiliadora tiene un inmenso sentido americano que le hace saber como muy nuestra. (En la batalla de Lepanto los estandartes de los soldados lucían la figura de la Virgen de Guadalupe y es a ella a quienes invocan)
María Auxiliadora es un grito de combate y se alza en medio de esa bien concreta batalla.
Es un grito que se hace voz de ánimo, aliento y fortaleza compartida.
Tiene, ese grito, el sonido de los disparos y el olor ardiente de la pólvora.
Es un clamor y un compromiso.
Es el clamor por una ayuda y por la certeza de una compañía.
Es el compromiso de no bajar los brazos, de no quedarse al margen o de no participar.
Es el grito del cristiano que no se resigna.
Es el grito del cristiano que enfrenta dificultades y quiere salir airoso de ellas.
Es el grito que se hace compromiso por un hoy más lleno de Cristo y todo lo que ello implica.
Sin duda que no es un grito que se queda en un templo.
Es un grito que hace y dice de una realidad llena de vida y para la vida.
María Auxiliadora dice de actividad, de tarea, de esfuerzo y acción.
María Auxiliadora dice de polvo levantado, de nubes de humo y de transpiración.
Es el grito del hijo que se confía y no espera de brazos cruzados.
Es el grito del hijo que se sabe no está en soledad.
Es el grito del hijo que posee la certeza de que no será defraudado mientras no se resigne.
Por ello es que es mucho más que un grito desde una devoción, es un grito desde y con la vida misma.
Sí, es desde todas y cada una de esas situaciones de vida en las que se experimenta la sana necesidad de ser ayudados porque contando con ella.
Ella por sobre títulos e imágenes.
Ella como madre que impregna de su cercana amistad.
Ella como madre atenta y dispuesta a brindar su mano materna a sus hijos.
Es el grito de aquel que posee la certeza de que toda su fragilidad de mujer se transforma y la convierte en temible “tigresa” defendiendo a sus hijos y amigos.
María es, siempre el camino más sencillo para llegar a Jesucristo y hacerlo experiencia de vida comprometida y fraterna.
María Auxiliadora es un grito desde la vida y para la vida.
No se limita, lo suyo, a una devota práctica sino que es, por sobre todas las cosas, una acción plena de manos comprometidas con la actualidad.
Invocar a “la Auxiliadora” es tener la certeza de que nuestras manos se han de lastimar en la prosecución de una tarea.
Es la disposición a asumir un compromiso que nos habrá de involucrar.
Es saber de las limitaciones que se poseen y la necesidad de hacer algo bien concreto por y para los demás.
Es estar dispuestos a poner lo mejor de uno mismo en pos de un hoy más lleno de humanidad y fraternidad.
No es acudir a ella para prenderle unas velas o acercarle unas flores. Es acudir para realizar un algo que implicará lo mejor de nosotros.
Es como un grito de vida que se hace compromiso y tarea responsable por ello es que le decimos: “María, auxilio de los cristianos, ruega por nosotros”.