sábado 20 de abril, 2024
  • 8 am

Fuerte golpe

Padre Martín Ponce de León
Por

Padre Martín Ponce de León

382 opiniones

Por el Padre Martín
Ponce de León
Llegó temprano. Era apenas media mañana.
Llegó con ropa limpia y una bolsa con su ropa sucia.
Llegó con el rostro marcado por un golpe importante.
“Vengo del hospital porque estuve internado” “¿Qué te pasó?” “Una moto me pechó y me tiró al piso. Yo iba por la calle y la moto venía contra flecha y me pechó. Voy a tomar unos mates”
Preparó el mate y luego de un tiempo retomó el relato de “lo sucedido”
“El hombre de la moto iba borracho y llevaba una nenita que se lastimó y la ambulancia la llevó a Fray Bentos. Borracho subió a la vereda y me pechó. Yo caí al suelo pero la nenita se lastimó cantidad”
“¿Qué te hicieron en el hospital?” “Me limpiaron lo que tenía lastimado y me dieron esta ropa para que me bañe porque se me había ensuciado con la sangre de la nena. Dormí allí y hoy me dieron leche y pan casero”
Yo le decía que se había caído porque estaba borracho y él solamente se reía.
Cuando llegó la hora en que debía irme, entre risas me dijo que “picadito” se había caído.
Sin duda que tenía raspones en la cara y en la frente y un ojo hinchado pero su imaginación estaba ilesa y gozando de muy buena salud.
En sus relatos suele adquirir un rol protagónico y, sin duda, en esta oportunidad no sería el perdedor.
En oportunidades es el que orienta al chofer de alguna excursión que llegan a Mercedes creyendo están en Montevideo y él debe orientar al despistado chofer. En oportunidades algún camionero baja verdura en un almacén y esa verdura era para un almacén de Fray Bentos y él hace que el camionero tome el rumbo correcto.
Así es él.
Resulta casi imposible tomar como reales la gran mayoría de sus cuentos ya que siempre en los mismos añade mucha imaginación.
Es casi imposible saber, realmente, lo que le sucedió puesto que irá añadiendo contexto imaginativo a lo sucedido aunque me inclinaba a pensar en una caída por unos tragos de más.
En oportunidades en sus relatos aparecen situaciones que ha visto en alguna película o en algún informativo que ha visto.
Lo único que uno debe tomar como cierto son algunas cosas puntuales. Los detalles que pueden hacer al hecho no son muy creíbles puesto que es allí donde desarrolla su imaginación.
Así es él y lo que hace a lo suyo.
Quizás dentro de unos días o unas horas proporcione un relato que se acerque a lo verdaderamente sucedido aunque ello quede envuelto en las dudas y los interrogantes.
Fantasías que comparte y acrecienta a medida va compartiendo con diversos oyentes ya que le es imposible evitar que le pregunten: “¿Qué te pasó?”
No necesita que los demás pongan color a sus relatos puesto que él se encarga de hacerlo con absoluta tranquilidad.
Sin duda que se podría pensar que ese desarrollo de su imaginación responde al hecho de que darle color a una vida que ha sido muy difícil y, por lo tanto, desde su imaginación no puede resultar perdedor en ninguna situación que haga a su vida. Pero pensar eso resulta una sobrevaloración de su mente y, por lo tanto, uno debe quedarse en que inventa por el simple hecho de inventar.
Nada le resulta más sencillo que inventar situaciones, conversaciones o lugares. Dice verdades pero a las mismas la rodea de imaginación y resulta muy difícil poder llegar a la original verdad.
A él, más que la verdad, le importa ser escuchado o acaparar la atención por nos momentos.
Hoy sé que la verdad se encontraba en su último relato tal como lo suponía desde un comienzo.
Se dio un golpe y le quedaron las marcas.