domingo 5 de mayo, 2024
  • 8 am

La columna infiltrada; Una oveja negra al poder

…Es cierto que no exige a los demás que vivan como él, pero so ofusca cuando los que llegan al poder gracias a él no retribuyen. Lo indigna. Allí no hay tolerancia. Le pasó con (Constanza) Moreira y con (Alberto) Couriel (nunca aportaron al partido) pero considera que es un problema más generalizado en la política.
“En el Movimiento de Participación Popular hay un fondo para los compañeros cuando están enfermos y después está el fondo Raúl Sendic. Constanza no puso un peso. Me dicen que es de izquierda pero su corazón es más capitalista que la puta madre. Salió senadora de garrón, igual que Couriel. No han puesto ni un peso en la vida. Se llevan todo de arriba. Al final te obligan a ser un hijo de puta, un sectario y no darle vida a nadie. ¿De qué izquierda nueva me hablás? Eso es una mentira.”
Hay muchos que reciben la ira de Mujica. Desde los legisladores que se terminan haciendo sus casas gracias a los viáticos que no devuelven, hasta las que se dicen feministas pero no practican con el ejemplo.
“El 60% del Plan Juntos son mujeres solas con hijos. ¿Vos crees que apareció una organización feministas para ayudar? No, esas son todas intelectuales con sirvientas. Y el Frente Amplio tiene el caudal más grande de esas intelectuales insoportables. Se pelean con Lucía porque Lucía les tira lo de las sirvientas. Es preferible lidiar con una trituradora antes que con ellas.”
Los resentidos también le provocan rabia. Le duele que lo critiquen por acercarse demasiado a sus enemigos del pasado. Hacia ellos aparece la cara oscura del liberal que acepta a los que opinan diferente. Él optó por no cobrar las viejas cuentas y no cree que otro camino posible. En eso no deja demasiado espacio para la discrepancia.
“Fui al cuartel de Rocha en el que me tuvieron preso un tiempo. Vino el comandante a sacarse fotos y me preguntó si podía traer a la mujer. Las vueltas de la vida. Terminé poblando sus portarretratos. Pero no les tengo odio a los milicos. Hay compañeros de izquierda que no lo pueden entender, que no me lo perdonan. Duele, y por momentos da bronca que lo vean como una traición. Intenté transformar el mundo y me hago cargo. Si no eran los milicos, eran otros. No los odiaba, fueron instrumentos. Debe ser horrible vivir toda la vida con ese resentimiento. Me dan lástima los que sienten eso. No se dan cuenta de que uno también peleó por aprehensión. Se quedaron en aquellos años y con ese discursito, peleando con los muertos. Les sacás eso y no les queda nada. No entienden que la vida continúa y vienen nuevas generaciones. Vivir envenenado es vivir al pedo.
… Cuando andaba por los aljibes, tenía cerca al Ñato y a Rosencof. Rosencof escribía poesía para las novias de los milicos y el Ñato hacía dibujos y los cambiaba por tabaco. Yo leía. Algunos de los más jóvenes la quedaron. Al final, los viejos fuimos los que más resistimos. Tenemos una multitud de sombras que quedaron por el camino. De pura casualidad, seguimos, y eso nos hace estar más vivos.”


Datos extraídos del libro “Una oveja negra al poder”, de los periodistas Andrés Danza y Ernesto Tulbovitz, de editorial Sudamericana.